POR: DON MAQUI
Dicen que en la guerra y en el amor todo se vale, en la política, al menos en la mexicana, todo cuesta, y cuesta mucho, tanto que, en Nuevo León, los partidos políticos recibirán este año más de 330 millones de pesos de dinero público.
Sí, leyó bien: millones que usted y yo pagamos con nuestros impuestos, para que los mismos de siempre financien sus campañas, sus estructuras y, por supuesto, su permanencia en el poder.
Es curioso cómo los políticos nos hablan de austeridad cuando les conviene, pero a la hora de repartirse el pastel, la dieta no aplica, y mientras los hospitales carecen de medicamentos, las colonias populares sufren por la falta de agua y el transporte público sigue siendo un caos, nuestros generosos partidos reciben su cheque asegurado, sin sudar la gota gorda.
Para ponerle cifras al derroche, veamos cómo se reparte este jugoso botín en Nuevo León:
- Movimiento Ciudadano, el partido en el poder, se llevará 84.5 millones de pesos, 3.4 millones más que el año pasado.
- PAN, que se dice opositor pero jamás rechaza el dinero público, recibe 67.5 millones, un incremento de 2.7 millones.
- PRI, que se niega a morir a pesar de su desprestigio, obtiene 50.5 millones, aumentando 2.1 millones respecto al año anterior.
- Morena, el partido que predica austeridad pero no deja de recibir millones, se embolsa 69.2 millones, 2.9 millones más que antes.
- Partido Verde, maestro en vivir del erario sin hacer mucho ruido, se lleva 27 millones.
- PT, otro inquilino eterno del presupuesto, recibe 23.8 millones.
- Y, para no olvidar a los pequeños que también quieren su parte, Vida NL se lleva 6.5 millones.
Hagamos un ejercicio de comparación, con 330 millones de pesos, en lugar de financiar la supervivencia de partidos que muchas veces solo sirven como negocios familiares, el gobierno podría:
- Construir al menos 10 escuelas públicas equipadas para miles de niños que hoy estudian en aulas deterioradas.
- Renovar más de 150 camiones de transporte público para mejorar la movilidad de la ciudad.
- Invertir en un programa de seguridad pública que realmente impacte en la reducción de delitos en las colonias más peligrosas.
- Mejorar la infraestructura hospitalaria y dotar de medicamentos esenciales a clínicas que hoy trabajan con las uñas.
Pero no, ese dinero se va directo a los bolsillos de los partidos, que en muchos casos son estructuras burocráticas que solo existen cada tres o seis años, cuando toca ir a pedir el voto, ¿Y la rendición de cuentas? ¡Bien, gracias!, la opacidad es la norma, y aunque el discurso oficial siempre habla de transparencia, lo cierto es que poco o nada sabemos en qué realmente gastan esos millones.
¿Y qué pasaría si esos recursos dejaran de entregarse a los partidos?, seguramente dirán que la democracia se vería afectada, que necesitamos financiar a los partidos para garantizar elecciones equitativas, pero seamos realistas: en muchos países los partidos se financian mayormente con aportaciones privadas y límites estrictos, no con cheques abiertos que salen del erario.
El problema es que en México hemos confundido democracia con clientelismo, y mientras los ciudadanos seguimos pagando por una clase política que no rinde cuentas, ellos siguen viviendo del presupuesto, asegurándose de que, gane quien gane, ellos nunca pierdan.
Quizá sea hora de preguntarnos si queremos seguir financiando este circo, o si es momento de exigir que esos millones se destinen a lo que realmente importa: mejorar la vida de los ciudadanos y no la comodidad de los partidos.