POR: DON MAQUI
En el reino de la justicia, donde la balanza debería inclinarse solo ante la razón y el derecho, hoy nos encontramos con una escena que bien podría ser sacada de un teatro de lo absurdo, la Suprema Corte de Justicia, con su toga de guardianes del orden constitucional, ha dado un manotazo en la mesa, en 24 horas deben revocarse las suspensiones otorgadas contra la Reforma Judicial, al mismo tiempo, le ha dado un severo jalón de orejas al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) por haberse extralimitado en sus funciones y así, una vez más, la justicia parece enredarse en su propia telaraña.
Si algo quedó claro en la discusión de más de cuatro horas en la Corte, es que nadie está dispuesto a ceder sin antes dejar su huella en la arena de la disputa legal, por un lado, los ministros señalaron con dedo flamígero a los jueces que concedieron amparos contra la Reforma, calificando su actuación de un exceso que no debería haber ocurrido, por el otro, lanzaron una reprimenda al TEPJF por haberse arrogado facultades que no le corresponden, jugando a ser lo que no es, un tribunal de revisión de amparos.
El Ministro Alfredo Gutiérrez lo dijo sin rodeos, lo que estamos presenciando es la erosión sistemática del Estado de Derecho, no se trata de un terremoto que sacude de golpe las instituciones, sino de una serie de pequeñas grietas que, con cada decisión, con cada extralimitación, con cada desacato selectivo, debilitan los cimientos del sistema jurídico y ahí radica el verdadero peligro, cuando las reglas se aplican o se ignoran según la conveniencia del momento, lo que queda no es justicia, sino un campo de batalla político disfrazado de legalidad.
No es casualidad que la votación en la Corte se haya decidido por apenas seis votos contra cuatro, con dos ministras sumándose a última hora para inclinar la balanza y tampoco es casualidad que más de 500 amparos contra la reforma judicial estén ahora en manos de solo tres juzgados en Zapopan, la justicia se ha convertido en un tablero de ajedrez donde cada movimiento es calculado y donde los jueces ya no solo interpretan la ley, sino que parecen formar parte de un juego mucho más grande.
El TEPJF, por su parte, ha quedado en una posición incómoda, sus resoluciones, que pretendían anular las suspensiones de amparo, han sido reducidas a meras “opiniones” sin valor vinculante, un golpe seco a su autoridad, que deja claro que se metió en terrenos que no le correspondían, pero el daño ya está hecho, porque más allá de lo que diga la sentencia, lo cierto es que en la práctica las suspensiones de amparo ya habían sido ignoradas por las autoridades, es decir, aunque la Corte hoy haya puesto orden en el papel, en los hechos la institucionalidad sigue tambaleándose.
El Ministro Alberto Pérez Dayán no se contuvo y describió al TEPJF como un Tribunal “obsequioso, predecible y sesgado al poder” y es que, en el fondo, la pelea no es solo jurídica, sino también política, ¿Quién decide hasta dónde llegan los límites de la justicia? ¿Quién puede anular qué y quién tiene la última palabra?, estas preguntas, que deberían tener respuestas claras en cualquier Estado de Derecho, hoy parecen depender más de la correlación de fuerzas en cada momento que de la Constitución misma.
Mientras tanto, el Instituto Nacional Electoral (INE) sigue su curso, escudándose en las resoluciones del TEPJF y avanzando en la organización de las elecciones, ¿Se verá afectado el proceso electoral por este choque de trenes entre tribunales?, es difícil saberlo, pero lo que sí es claro es que la incertidumbre jurídica se ha convertido en la norma y que las instituciones están jugando un juego peligroso con la confianza ciudadana.
Gutiérrez lo resumió bien, el Estado de Derecho no se quiebra de un día para otro, Se va desgastando, poco a poco, con cada decisión que ignora las reglas, con cada autoridad que se atribuye facultades que no tiene, con cada sentencia que es acatada solo cuando conviene y cuando nos demos cuenta, quizá ya sea demasiado tarde para reconstruir lo que se perdió.
El reloj de las 24 horas ya está corriendo, veremos quién lo respeta y quién decide, una vez más, que la ley es solo una sugerencia.