Podrán decir lo que quieran, que Fuentes Solís se fue con el partido que tanto criticó, que ahora él traicionó al PAN por irse después de 30 años, que para ser sinceros no hay debate, esos años fueron entregados recíprocamente, sin embargo, el azul decidió romper la relación eligiendo lo que más les convenía a sus intereses particulares, ojo, no al partido, sino a un grupo conformado por personajes que se han adueñado monopólicamente de pies a cabeza.
La campaña sucia del PAN ya inició, ahora, lo acusan de traidor y lo acusan de incongruente porque se fue y no formó parte de su circo de imposición, no hay que ser muy introspectivo para darse cuenta como son hoy las cosas, Fuentes Solís se fue, (simbólicamente) a Morena porque el Acción dejó de ser el instrumento correcto para servir a la ciudadanía.
Se sabe que una gran representación surge entre candidato y partido, y eso dejó de serlo hace mucho tiempo con los blancos y azules, la decisión de Fuentes por irse podrá no agradarles a propios y extraños, pero la verdad es que no ven más allá del control que el mismo partido ejerce sobre ellos, la razón es muy sencilla, para que surja la verdadera representación de un candidato al ciudadano, tiene que haber armonía entre el partido y el propio contendiente, algo que salió con la oportunidad de irse al partido presidencial, donde puede o no puede compartir ideología, sin embargo, le ofrece la libertad de ser el mismo y darle su estructura política para armar un equipo ganador.
Quedará en la historia oscura del PAN el cómo permitió que se fueran partidarios con el talento de sobra como lo son Víctor Fuentes y Felipe de Jesús, por mencionar solo algunos, y no haber logrado un acuerdo que favoreciera a todos para conseguir el tan ansiado objetivo, pero no, todo lo contrario, se empeñaron en seguir su orgullo y seguir con la típica cultura del mexicano que tanto mal nos ha causado, ser enemigos entre los mismos.