POR: DON MAQUI
En la política de Nuevo León, los silencios pesan más que los discursos y el silencio de Edgar Salvatierra, Dirigente estatal del Partido Verde, pesa como una traición.
Hoy, cuando una militante de su partido, Zulma Espinoza, fue removida de la Profepa por motivos claramente políticos (como lo han dejado entrever hasta los senadores de Morena, Waldo Fernández y Judith Díaz), Salvatierra ha optado por esconderse tras la cortina de humo del oportunismo, ni un comunicado, ni un mensaje de respaldo, ni un simple gesto de solidaridad hacia su compañera de filas, nada, solo un silencio sepulcral que retumba como bofetada.
¿Dónde está la defensa al talento técnico que tanto pregonan? ¿Dónde quedaron las frases de “luchar por las mujeres”, “no más violencia política” y “ninguna compañera sola”? Salvatierra no solo ha callado, ha firmado su complicidad y con su cobardía política, ha dejado claro que en su partido los principios son desechables cuando estorban a los intereses de la alianza.
Pero no está solo en esta miserable omisión, los legisladores en funciones del Verde, Claudia Chapa y Luis Quiroga, también brillan por su ausencia, ¿Acaso la lealtad partidista no les alcanzó para levantar la voz? ¿O la obediencia a los nuevos pactos les amordazó el sentido común?, la causa de Zulma, más allá de colores, era también la causa de la dignidad femenina y profesional, pero parece que para ellos defenderla no cotizaba en la bolsa política del momento.
Hoy se confirma que Zulma Espinoza sí era técnica y que quien la sustituyó no lo es, según lo admiten incluso los aliados de Morena, eso hace más escandaloso el abandono y la cobardía de quienes debieron ser su primer muro de contención, pero no lo fueron, prefirieron la comodidad del silencio y la traición silenciosa.
En tiempos donde los discursos de género sobran y las acciones faltan, el Partido Verde de Nuevo León ha decidido pintarse de un verde más honroso, el verde de la vergüenza.
Y mientras Edgar Salvatierra juega a ser Dirigente, la historia ya lo ha puesto en su lugar, el de los que callan cuando más hace falta hablar, el de los que traicionan cuando más hace falta defender.
Hoy queda claro que el Partido Verde en Nuevo León no es más que un satélite a sueldo, un ornamento barato en la gran decoración de la política aliancista.
Con Dirigentes como Salvatierra, incapaces de defender siquiera a su propia gente y con legisladores como Claudia Chapa y Luis Quiroga que optan por la comodidad del silencio cómplice, el Verde deja de ser un partido… para convertirse en un adorno, un adorno que aplaude cuando le ordenan, que calla cuando le conviene, y que traiciona cuando el precio es el adecuado.
Así, el Partido Verde en Nuevo León no solo renunció a sus causas ambientales, también tiró a la basura sus discursos de género, sus principios de justicia y su respeto por la trayectoria profesional de sus propios cuadros.
Con aliados así, ¿Para qué necesita enemigos Zulma Espinoza?