POR DON MAQUI

La elección de ayer en la Unión Ganadera Regional de Nuevo León (UGRNL) parece haber sido una de esas victorias que, en su superficie, resplandecen como un triunfo, pero que en su fondo huelen a derrota, Noel Ramírez, el nuevo Presidente electo, es el hombre que ahora lleva las riendas de la organización y en su cara se reflejan tanto la esperanza de renovación como la sombra de un poder que no acaba de desaparecer: el cacicazgo.

No se puede ignorar que detrás de esta contienda se encuentra la figura de Adrián de la Garza Tijerina, quien, pese a su retiro sorpresivo de la carrera, había sido durante años la cara visible de un sistema que, por más que se intente adornar, ha sido por completo un cacicazgo disfrazado de democracia interna, sin embargo, los resultados no se pueden pasar por alto, y es que aunque Noel Ramírez consiguió la victoria, lo hizo a costa de una fractura que podría resultar mucho más costosa de lo que parece.

Es cierto que Gutiérrez Canales, su principal rival, no pudo evitar el giro de los acontecimientos, sin embargo, hay un dato clave que muchos parecen haber olvidado: la cercanía entre Ramírez y el mismo Tijerina, ¿Acaso creyeron los delegados que estaban eligiendo a un “hombre nuevo” para la Unión Ganadera? ¡No!, lo que en realidad se consolidó ayer fue un “Home Office” de todo un sistema que sigue en pie, dirigido por un hombre que no solo es la continuidad de esa estructura, sino que está profundamente vinculado a los hilos de poder de un Tijerina que se resiste a perder el control.

La victoria de Ramírez es, por tanto, una victoria pírrica, una victoria vacía que más parece una tapadera para el sistema que nunca dejó de existir, durante décadas, el cacicazgo ganadero ha sido el verdadero poder detrás del poder, y nadie puede negar que sus tentáculos siguen aferrados a la organización, a lo largo de 80 años, esa estructura ha logrado mantenerse gracias a una serie de pactos, favores y alianzas ocultas, ¿Qué puede un candidato con apenas tres meses de campaña contra semejante monstruo?, la respuesta es sencilla, nada; nada que no haya sido previamente orquestado por quienes controlan los recursos, la información y las relaciones.

Y ahora, los delegados que se alinearon con la disidencia, aquellos que representaron casi la mitad de los votos, deberán enfrentarse a una tarea monumental, no solo tendrán que exigir cuentas, sino que deberán luchar para que la UGRNL recupere su esencia original: ser una verdadera representación de todos los ganaderos, sin los intereses de unos pocos que han monopolizado el sector durante generaciones, habrá que ver si este grupo de disidentes tiene la fuerza para desmantelar un sistema tan arraigado, pero es claro que su batalla no será fácil, a fin de cuentas, las estructuras de poder no se derrumban en una sola elección.

El futuro de la UGRNL está por escribirse. Lo que ocurrió ayer no fue el fin del cacicazgo, sino una continuación disfrazada de cambio, los ganaderos de Nuevo León deberán decidir si, con el tiempo, Ramírez y su entorno logran transformar de verdad la organización o si la sombra del cacique continuará acechando, la lucha está lejos de terminar y solo el tiempo dirá si la promesa de renovación es real o si, simplemente, hemos presenciado un cambio de rostro en un sistema que sigue siendo el mismo.