POR: DON MAQUI

En el Congreso local, la política ya no es el arte de hacer leyes, sino el arte de cumplir caprichos familiares, si alguien tenía dudas sobre el nivel de descomposición institucional, la diputada panista Itzel Castillo se ha encargado de disiparlas, el Congreso ha dejado de ser un recinto de representación popular para convertirse en una extensión de su sala de estar.

La legisladora, con el presupuesto de los ciudadanos en mano, movió los hilos para que su esposo, Ricardo Hernández, ingresara al Pleno con un pase especial, no para legislar, no para asesorar, sino para cumplir un sueño adolescente, tomarse una selfie con su grupo favorito, Kinky, en pleno homenaje organizado con recursos públicos, ¡No hay pudor ni vergüenza!

¿En qué momento el Congreso dejó de ser un espacio de debate para convertirse en un centro de favores personales?, no hace mucho, se armó un escándalo cuando un grupo de personas ingresó sin ser Diputados ni asesores, hubo denuncias penales, señalamientos y hasta llamados a reforzar la seguridad, pero ahora, cuando se trata del esposo de una legisladora panista, el acceso es VIP.

Y mientras tanto, ¿Dónde está la Presidenta del Congreso? ¿Dónde quedó la institucionalidad que tanto presumen?, ausente o condescendiente, lo cierto es que este episodio es otra raya más al tigre de un Congreso que ha perdido completamente la brújula.

No es la primera ocasión ni será la última, parece ser que Itzel Castillo aprovecha el cargo para beneficiar a su familia, en el pasado fue acusada de llevarse también a su esposo a un viaje de trabajo a Colombia, también contrató a su hermana de asistente en años recientes.

Lo sucedido es una vergüenza, una falta de respeto a la investidura legislativa y una burla para los ciudadanos que esperan soluciones a problemas reales, no un espectáculo de nepotismo barato, pero, en este Congreso familiar, la prioridad no es legislar, es cumplir añoranzas personales con recursos públicos.