En la arena política de Nuevo León, pocos espectáculos son tan fascinantes como el pleito entre el Congreso local y el Gobernador Samuel García, lo que empezó como una disputa por control y autonomía se ha convertido en una auténtica batalla de poder donde nadie está dispuesto a ceder, y mientras tanto, el presupuesto de 2024 (una jugosa manzana que todos desean morder) se presenta como el punto de quiebre, aquí se decide quién gana, quién pierde, y quién sale fortalecido de cara al 2027.
García, en su ya característico estilo desafiante se enfrenta a un Congreso que, en su mayoría, se siente con la legitimidad de ponerle freno, la oposición en el Congreso, conformada principalmente por el PRI y el PAN, no quiere permitirle carta abierta en el manejo del presupuesto, y menos con una cifra millonaria que representa recursos vitales para la maquinaria política, y para futuros proyectos de impacto; para Samuel, el presupuesto es su herramienta para afianzar su administración y proyectar su gobierno, especialmente ahora que aspira a construir un legado que le permita trascender, quizás hacia la escena nacional, pero para los diputados opositores, este presupuesto también es su mejor carta para frenar cualquier exceso y mantener al Gobernador bajo control.
El resultado de este pleito definirá los próximos años en la política de Nuevo León, por un lado, si las fuerzas políticas logran un acuerdo (aunque sea incómodo y temporal) podrían establecer una tregua estratégica que permita a ambos bandos mantener sus cuotas de poder, un pacto de este tipo, aunque lejos de ser ideal, les permitiría tener acceso a los recursos que necesitan para sostenerse en sus respectivas posiciones y preparar el camino hacia el 2027; sin embargo, en este punto, un acuerdo de paz parece más un espejismo que una realidad.
El conflicto ya ha escalado a tal nivel que una confrontación abierta y prolongada parece inevitable, ni Samuel ni el Congreso quieren ceder, y esa rigidez solo promete un pleito que podría paralizar decisiones clave y afectar directamente a los ciudadanos, el Gobernador, al resistirse a negociar, busca fortalecer su imagen de líder independiente, pero corre el riesgo de alienar a sectores moderados que ven con preocupación su incapacidad para pactar, los diputados, por su parte, ven en la confrontación una oportunidad de debilitar a Samuel y posicionarse como la “verdadera oposición” en el estado.
¿Quién gana con todo esto? En el corto plazo, el Gobernador podría beneficiarse si logra el control del presupuesto y mantiene su imagen de líder combativo, pero si la guerra se alarga y se vuelve una constante de aquí al 2027, podría desgastarse rápidamente y perder apoyo en sectores clave; por otro lado, los partidos de oposición, en particular el PRI y el PAN, salen fortalecidos al proyectarse como el contrapeso real y necesario en Nuevo León, demostrando que no temen ponerle límites al ejecutivo.
En este juego de tronos, sin embargo, los verdaderos perdedores son los ciudadanos, el conflicto en el Congreso y la resistencia del Gobernador han convertido el presupuesto (que debería ser un instrumento de progreso) en una herramienta de chantaje y poder, mientras unos y otros se disputan la tajada más grande de la manzana, los problemas urgentes del estado quedan en segundo plano, en lugar de soluciones, tenemos enfrentamientos; en lugar de acuerdos, tenemos bloqueos.
Así que la pregunta no es si habrá pacto o pleito, la verdadera pregunta es si los actores políticos están dispuestos a poner el bien de Nuevo León por encima de sus ambiciones personales, porque en este juego, la discordia por el presupuesto es solo el primer round; lo que realmente está en juego es el futuro de Nuevo León rumbo a 2027, y la posibilidad de que alguien, en medio de esta batalla, emerja como el líder que el estado necesita.
¿Será Samuel García quién logre imponerse, o será la oposición en el Congreso la que salga fortalecida y pavimente su camino hacia la Gubernatura?, lo único cierto es que, hoy por hoy, el pleito está lejos de acabar y la manzana de la discordia sigue en el centro de la mesa, esperando quién tendrá el valor y la habilidad para morderla.