POR: DON MAQUI
En este mes del amor y la amistad, cuando todos esperaban rosas y corazones, lo que realmente floreció fue una política sensata y madura que nadie veía venir y es que, contra todo pronóstico, Mike Flores, Coordinador del Movimiento Ciudadano; Heriberto Treviño, del PRI; Chale de la Fuente, del PAN; y Mario Soto, de Morena, lograron algo que muchos pensaban impensable, sentarse a la misma mesa, dejar de lado los egos y los intereses partidistas y ponerse de acuerdo para aprobar dos decisiones que marcarán el rumbo de Nuevo León.
Primero, la designación de Javier Flores como Fiscal General de Justicia, un cargo clave en una entidad que, por años, ha sufrido de desencuentros políticos y una administración de justicia fragmentada, la votación unánime de los Diputados no es solo un dato que se pueda leer entre líneas, es un mensaje claro, cuando se antepone el bienestar del Estado sobre las diferencias ideológicas, la política da resultados.
Pero no solo eso, también se aprobó, en el mismo tenor de acuerdos, un presupuesto para el año 2025 que, a juzgar por la unanimidad con la que se aprobó, ha dejado a todos los actores políticos contentos, no lo digo yo, lo dice la decisión colectiva de un Congreso que, por fin, parece haber entendido lo que muchos veían como utopía, la viabilidad de un Estado no depende de las pugnas internas, sino de la capacidad para tejer consensos.
El día de ayer, lejos de ser un “día histórico”, como algunos podrían haberlo esperado, fue simplemente el día que la cordura finalmente llegó al poder legislativo, un día en el que las diferencias de partidos dieron paso al sentido común, y las discusiones interminables dejaron espacio a soluciones concretas.
El aplauso debe ser para todos los actores que, desde sus respectivos espacios, lograron destrabar lo que llevaba años empantanado, Javier Flores, que ahora tendrá la responsabilidad de ser un pilar fundamental en la justicia del Estado y por supuesto, los Coordinadores de las bancadas que decidieron anteponer el bienestar de los ciudadanos a cualquier otro interés.
¡Ojalá!, por el bien de Nuevo León, así sigan los consensos, el reto ahora es que lo logrado no sea un espejismo, sino el principio de una nueva forma de hacer política, pero por lo pronto, hay que reconocer que, en este mes de febrero, lo que se firmó fue un acuerdo de cordura y eso, sin duda, es digno de celebrarse.