POR: DON MAQUI
¡Ah, el fuero!, ese manto sagrado que envuelve a nuestros honorables Diputados y Senadores, protegiéndolos de las inclemencias de la justicia terrenal, mientras el ciudadano de a pie enfrenta las tempestades legales sin paraguas, nuestros próceres se pasean bajo el resguardo de este privilegio ancestral, inamovible e intocable.
En tierras de Nuevo León, se atrevieron a desafiar este dogma político, con audacia sin precedentes, eliminaron el fuero de su constitución local, dejando a sus funcionarios desnudos ante la ley, como simples mortales, ¡Qué osadía! imaginen ustedes, servidores públicos sujetos a las mismas normas que el resto de los ciudadanos, una verdadera herejía en el templo de la política tradicional.
Pero no nos preocupemos, en el escenario federal las cosas siguen su curso habitual, recientemente, la Cámara de Diputados, en un acto de solidaridad corporativa, decidió mantener el fuero del exgobernador de Morelos y actual Diputado federal, Cuauhtémoc Blanco, acusado de intento de violación por su media hermana, con 291 votos a favor, provenientes de las filas de Morena, PRI y PVEM, blindaron a su colega de las garras de la justicia, alegaron, con la seriedad que los caracteriza, que la carpeta de investigación presentaba deficiencias técnicas, claro, porque es preferible un agresor potencial en el Congreso que una investigación mal integrada en los tribunales.
Y ahora, la pregunta que flota en el aire viciado de San Lázaro: ¿Quién sigue en la lista de los salvados de ser desaforados? ¿Acaso Alito Moreno, líder nacional del PRI?, es curioso como, en este juego de espejos, los votos de su bancada se alinean convenientemente para proteger a los suyos, ¿Estará Alito intercambiando hoy los votos de su bancada por los que lo salvarán también a él de un proceso que lleva años congelado?
Pronto sabremos el precio que pagará Morena por el favorcito que le hizo el PRI con sus votos, porque en la política mexicana, los favores nunca son gratuitos y las alianzas se tejen con hilos de conveniencia mutua.
Porque los políticos jamás dan un paso sin una negociación previa, mientras tanto, la opinión pública observa atónita cómo se manipulan las reglas del juego para proteger a los de siempre, perpetuando la desigualdad y la impunidad que tanto nos enorgullece como nación.
¡Larga vida al fuero! Porque sin él, ¿Qué sería de nuestros intachables representantes? ¿Tendrían que rendir cuentas como cualquier hijo de vecino? ¡Qué locura!, afortunadamente, nuestros legisladores saben cómo cuidar de los suyos, asegurando que la balanza de la justicia nunca se incline en su contra.