POR: DON MAQUI
Que vergonzosa, vil y descarada resulta la decisión del Instituto Nacional Electoral, de negar el acceso pleno al voto a las personas ciegas o débiles visuales bajo el pretexto simplón y miserable de que “no hay presupuesto”, ¡Ah, pero qué facilidad para recortar la democracia cuando se trata de los que menos ruido hacen!, los más de dos millones de mexicanos con discapacidad visual simplemente fueron tachados del padrón real de la inclusión, condenados al rincón de la indiferencia institucional.
Que en una elección judicial (nada menos que para decidir el destino del Poder Judicial) se excluya a quienes no ven, es una ironía macabra: los que más han confiado en el sentido de la justicia, son ahora despojados del mínimo derecho a ejercerla, porque que nadie se engañe: sin boletas en braille, no hay voto libre, secreto ni digno, y sin ese voto, hay discriminación, y con discriminación, hay violación de derechos humanos, ¡Y eso, señoras y señores, no se maquilla con capacitaciones ni con voluntarios en casillas!.
Que el INE se escude en la falta de recursos es el colmo de la cobardía ¿Dónde quedó la voluntad institucional?, ¿En qué cajón enterraron la creatividad que tanto presumen en tiempos de spots y selfies?, para llenar el país de espectaculares, transmisiones y campañas sí alcanza; pero cuando se trata de garantizar que una persona ciega pueda votar por sí misma, sin depender de nadie, entonces no hay dinero, ni tiempo, ni ganas, ¡Qué insulto!.
Que lo peor de todo es el silencio, silencio de los partidos, silencio de los legisladores, silencio de las organizaciones, silencio hasta de los aspirantes a Ministros que, paradójicamente, serán elegidos con votos que no todos pudieron emitir, ¿Y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos?, ¿Y los colectivos de la 4T que juran vivir por los más vulnerables?, ¡callados, todos, cómplices!.
Que esta no es una omisión técnica, es una traición democrática, se violó el derecho constitucional al sufragio, se violó el principio de igualdad, se violó la dignidad, y todo porque a nadie le dio la gana de levantar la voz o pelear el presupuesto, el INE no sólo cerró los ojos, se los vendó voluntariamente.
Y como siempre, aquí lo dejamos escrito, porque en este país parece que la memoria también necesita bastón blanco, que no se olvide: el voto que no se da, es un derecho que se roba, y esta vez, se lo robaron a los más invisibles de todos.