POR: DON MAQUI
Hoy, Donald Trump ha regresado al escenario político como un huracán en una costa sin defensas, su toma de posesión como presidente de Estados Unidos marca el inicio de un mandato que promete ser más intenso, más radical y con mayor repercusión global que su primera estancia en la Casa Blanca, con una pluma en mano y la mirada fija en su visión de un “América Primero”, firmó órdenes ejecutivas que no solo cimbraron las estructuras políticas internas, sino que proyectaron ondas sísmicas en el ámbito internacional, Trump no ha llegado a dialogar, ha llegado a imponer.
México, entre el fuego y la pared.

Para México, el impacto es inmediato y contundente, la designación de los cárteles como organizaciones terroristas abre la puerta a intervenciones directas por parte de Estados Unidos en territorio mexicano, esto no solo amenaza la soberanía nacional, sino que coloca al gobierno mexicano en una posición incómoda, o coopera bajo las reglas del vecino del norte, o enfrenta el riesgo de ver a las fuerzas estadounidenses cruzar su frontera con la excusa de garantizar la seguridad hemisférica.

Por si fuera poco, la declaración de emergencia nacional en la frontera sur reinstala la narrativa de Trump de que México es una fuente de problemas y fortalece su propuesta de deportaciones masivas, esto no solo pone en jaque a millones de mexicanos en suelo estadounidense, sino que también amenaza con desestabilizar económicamente a regiones enteras de México, cuyos ingresos dependen de las remesas.

El impacto en el mundo, ¿El retorno del sheriff global?, a nivel global, Trump no perdió tiempo para reinstaurar su rechazo al multilateralismo, al retirar a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, envía un mensaje claro, el cambio climático no es su prioridad y la economía fósil será su bandera, esto no solo retrasa los esfuerzos globales por frenar el calentamiento, sino que también genera un vacío de liderazgo que países como China estarán ansiosos por llenar.

La reincorporación de Cuba a la lista de países que promueven el terrorismo, aunque simbólica, perpetúa la visión de un Estados Unidos que no busca reconciliación con sus vecinos, además, Trump reafirma que no habrá tregua para las políticas progresistas en América Latina. Cuba, Venezuela y otros regímenes con posturas antiamericanas, tendrán que lidiar con un Trump renovado y sin temor de usar sanciones como herramienta de control.

Una fortaleza indiscutible
Si algo queda claro es que Trump ha regresado con una fuerza innegable, su capacidad de moldear el discurso político nacional e internacional demuestra que no solo cuenta con el apoyo de su base, sino que está dispuesto a utilizar todo el aparato gubernamental para cumplir su agenda, la derogación del Green New Deal y su orden de reconocer únicamente dos géneros son claras muestras de que su política no busca contentar a todos, sino reforzar a quienes lo ven como un defensor de los valores tradicionales.

El costo del poder, sin embargo, esta fortaleza también tiene un costo, las divisiones internas en Estados Unidos, ya exacerbadas, se profundizarán con medidas como los indultos a los responsables del asalto al Capitolio de 2021, mientras tanto, en el ámbito internacional, sus políticas podrían generar más tensiones que alianzas, alguien como Trump no llega al poder para construir puentes, sino para reforzar muros, literal y figuradamente.

Reflexión final, La era de Trump 2.0.
Donald Trump regresa al poder con una agenda clara, poner a Estados Unidos al frente del mundo, sin importar cuántos puños se levanten en su contra, para México, el reto será encontrar un balance entre enfrentar sus políticas sin perder su dignidad como nación, para el mundo, será el desafío de adaptarse a una realidad donde la diplomacia queda a merced de un líder que no tiene miedo de romper las reglas.

En este tablero de ajedrez, Trump es el rey que avanza sin mirar hacia atrás, lo que queda por ver es si el resto del mundo está listo para jugar bajo sus reglas o si, eventualmente, alguien logrará ponerlo en jaque.