#Febrero, el mes del Amor y la Amistad, ha llegado a Nuevo León, pero en los pasillos del Poder, lejos de los corazones y flores, los actores políticos han tejido un romance de conveniencia que parece haber marcado una reconciliación histórica, en una jugada que bien podría rivalizar con cualquier trama de telenovela, los principales actores políticos del Estado han logrado un acuerdo que, si bien puede no estar sellado con besos, sí lo está con los acuerdos más esperados: presupuesto y la designación de un nuevo fiscal general de justicia y no, no se trata de un cuento de hadas, sino de una estrategia pragmática donde el Gobernador Samuel García y el Alcalde regio Adrián de la Garza han firmado un pacto que parece cerrar las heridas de viejas rencillas.
El amor político, ese que no siempre se ve a simple vista, parece haberse consolidado en una serie de acuerdos que benefician a todos, al menos sobre el papel, Samuel García, quien ha sido el protagonista de una Administración que, entre luces y sombras, busca consolidarse como un líder de peso en el estado, ha logrado lo que parecía impensable, una Alianza con el Alcalde de Monterrey, Adrián de la Garza, quien a su vez ha sabido mover sus piezas dentro del PRI para no quedar fuera del juego, ambos, cada uno desde su trinchera, han alcanzado consensos en temas cruciales, como el presupuesto estatal y la propuesta de nombramiento del nuevo Fiscal General de Justicia, un cargo que siempre ha sido el centro de tensas negociaciones y que ahora parece encontrar una luz al final del túnel.
Lo más llamativo de este romance político es la manera en que estos actores han logrado dejar de lado los rencores y las diferencias ideológicas para centrarse en lo que realmente importa, el poder, al final de cuentas, la política, como el amor, a veces exige sacrificios y en este caso, esos sacrificios se traducen en un Pacto que, en apariencia, beneficia tanto a la Administración estatal como a la capital de Nuevo León.
Pero, como en todo buen romance, las preguntas se acumulan, ¿Es esta una unión genuina o una conveniencia política momentánea? ¿Realmente se ha alcanzado un consenso profundo o todo es una fachada de amor para mostrar frente a la opinión pública?, el tiempo dirá si este Pacto tiene la solidez que promete o si, como en muchas relaciones políticas, se deshace cuando la presión y los intereses personales entran en juego.
Mientras tanto, lo que es claro es que el mes de febrero ha traído consigo no solo las tradicionales muestras de cariño, sino una serie de acuerdos que, aunque no estén cargados de flores y bombones, sí están impregnados de la esencia más pura del poder: la negociación y la diplomacia y en este mes de amor, es evidente que la política de Nuevo León ha encontrado su propia manera de celebrar.