Viajar a Paris Francia no es malo, y es una práctica común entre la gente mexicana que aspira a una vuelta a la Torre Eiffel como parte de su currículo de vida por llamarle de alguna manera.
El gasto es casi reservado a la clase alta de este país por su costo que oscila, entre los 200 y 300 mil pesos por pareja.
Ver viajar a Francia a un Diputado Federal es por demás agraviante, ya que, se sabe de las canonjías que reciben por ejercer cargo, por ejemplo, recibieron más de 500 mil pesos cada legislador federal y obvio con ese dinero puede pagar no uno si no dos o tres viajes a Europa.
Lo cuestionable es que representa a un partido que se dice del pueblo, y que enarbola las causas pobres del país, donde sus líderes mantienen una alta vida, pero en secreto.
Parece que el candidato de Beto Anaya no piensa seguir la farsa de la pobreza franciscana, y menos mostrarse cauto en no revelar sus gustos carísimos, ahora sí que de Paris.
Para desgracia nuestra, ese viaje se paga con impuestos del pueblo, pero nadie dirá nada contra el señor Fernández Noroña, porque tiene derecho.
Lo reprobable es el doble discurso del partido al que quiere representar el presidencial y de él mismo.