POR: DON MAQUI

Si en la política hay talentos inusuales, Jesús Nava, Alcalde de Santa Catarina, merece un premio, en tan sólo unos meses, ha logrado algo que pocos en la historia reciente pueden presumir: juntar a panistas, priistas, morenistas y #emecistas en una misma causa… para que lo investiguen por corrupción.

El Congreso local, que suele ser un circo de dimes y diretes, esta vez no tuvo dudas: por unanimidad, exigieron que la Auditoría Superior del Estado investigue la descarada red de nepotismo en su administración, y cuando digo descarada, es porque la estructura de favores familiares en Santa Catarina parece sacada de una mala novela de la mafia: al menos ocho integrantes de un solo clan ocupan cargos bien pagados como enlaces de comunicación en distintas secretarías municipales, todos, por supuesto, cobrando sueldazos que triplican el promedio salarial de cualquier ciudadano de a pie.

Y no es todo, a esta familia hay que sumarle a otros 35 empleados que resultan ser familiares directos de altos funcionarios municipales, mientras a más de 500 trabajadores los echaron porque “no había recursos”, mágicamente sí hubo dinero para acomodar a los suyos.

Lo más tragicómico es que Nava se supone que milita en Morena, el partido que tanto presume de combatir el nepotismo, pero ni Claudia Sheinbaum, con su discurso de austeridad, se salva de este escándalo, su propio partido en el Congreso condena a su alcalde y exige explicaciones, el colmo de la ironía.

Lo dicho: Nava se quedó sin aliados, Panistas, Priistas, Emecistas y hasta Morenistas piden su cabeza, un día los veía como enemigos, al siguiente los tiene exigiendo su caída con la misma intensidad con la que antes lo defendían.

Pero que nadie se confunda, aquí no se trata de moral ni de principios, si el Congreso ha decidido voltearse en su contra es porque ya no es útil para nadie, porque en política, los acuerdos duran hasta que dejan de convenir, y a Jesús Nava ya lo ven más como un lastre que como un socio confiable.

Lo que sigue es predecible, los diputados seguirán exigiendo su destitución, la Auditoría simulará una investigación, y al final, si el Alcalde no logra ofrecer algo que mantenga contentos a los poderosos, su carrera política podría estar contada.

Si de algo sirve el espectáculo, es para recordarnos lo evidente: en la política, la lealtad no existe, y el poder, cuando no se usa con inteligencia, puede ser el peor de los enemigos.