En el PAN de Nuevo León está ocurriendo algo descabellado y descarado, una estructura llena de familiares políticos, sí, políticos, porque no son de la misma sangre, sin embargo, comparten un parentesco por afinidad; eso de nombrar hijos, sobrinos, padres, hermanos, tíos abuelos etc., se ha terminado, lo de hoy, es designar cargos internos y candidaturas a los cuñados.
Mire que si bien está mal hacerlo, aunque sea discretamente, hacerlo descaradamente es peor, lo anterior se remota desde la principal cabeza, Mauro Guerra Villarreal, quien es el dirigente estatal del PAN y quien recientemente se postuló a una precandidatura por una Diputación local por el distrito 10, o sea en el municipio de San Nicolás, allá donde por alguna razón la ciudadanía mantiene una costumbre de elegir siempre al Acción Nacional, pese a que los trate como se les antoje, por lo que dicha Diputación está asegurada para este.
El apellido Guerra Villarreal sin duda alguna en este momento es un estandarte en la cúpula panista, puesto que la hermanita del dirigente estatal y Diputada Federal de la misma organización política, Isabel Guerra, también tiene, y bastante, injerencia dentro del régimen azul, ya que su esposo, Ángel Cano Garza, será el encargado de Coordinar la campaña de Alfonso Robledo en la pugna por la Alcaldía de Guadalupe, este último también con afinidad, toda vez que su hermana es esposa de Mauro Guerra Villarreal, sí, otra vez ese maldito apellido y SÍ, otra vez los cuñados.
Los afiles de estos no tienen progenitora, ya hasta algunos damnificados hay a causa de ello, tal es el caso del Julián Hernández Santillán, ex candidato a la Alcaldía de Guadalupe, quien al parecer se moría de ganas por Coordinar dicha campaña, lástima que su sueño de ganar la Alcaldía de Guadalupe, siendo coordinador o candidato, ha sido frustrado por las pretensiones concuñas de otros.
Pero espere, esto no acaba ahí, ya que hay otro lazo especial entre estos caciques, ahora con el mismo Cano Garza, quien tiene un hermano llamado Óscar, y quien ese consanguíneo es nada más y nada menos que el esposo de la también Diputada Local del PAN, Rosa Isela Castro.
Toda una estructura familiar política traen est@s arriba de un partido de tradición en Nuevo León como lo es el PAN; hacen y deshacen lo que ell@s quieran, siempre y cuando vivan del erario, no les importa el cargo que opten, el punto es vivir de los adeptos que la organización política trae consigo. Tampoco les importa sacar del camino a quienes de verdad tienen intenciones de sacar adelante la marca azul y no se estanque en lo que hoy en día es: un partido que aspira a levantarle la mano a otros para que no gane Morena, y aparte, pierdan el ‘’control’’ de su cacique injerencia.
Lo decimos y los sostenemos con toda la extensión de la palabra, en el PAN existe un VIRUS y un nuevo un grado de nepotismo innegable, todos estos no dimensionan las graves faltas de ética que comenten por el sesgo que les provoca su ambición política y cumplir su sueño frustrado, pues no se dan por vencidos aun y cuando a la vida ya les ha dicho de diferentes maneras que ahí no, pero siguen tercos, o quizá solo quieren seguir viviendo de la comodidad del poder, una de dos o ambas.