Desde diciembre de 2024, los peculiares muñecos Labubu han invadido las redes sociales, convirtiéndose en un objeto de deseo difícil de conseguir, su popularidad se disparó gracias a Lisa, integrante del grupo de K-pop Blackpink, aunque el personaje nació en 2015 y fue comercializado masivamente a partir de 2019 por la empresa Pop Mart bajo el formato de cajas ciegas, aumentando el atractivo de la sorpresa.

 

Hoy, conseguir un Labubu original puede ser una tarea casi imposible, con existencias agotadas en minutos y revendedores que duplican o triplican su precio, de acuerdo con el doctor en Economía Jorge Moreno, se trata de “bienes de estatus” cuya valoración no depende de su utilidad, sino de su capacidad para proyectar pertenencia social y empoderamiento, especialmente entre los jóvenes.

 

El fenómeno ha traído consigo la aparición de copias conocidas como “Chafabubus” o “Lafufus”, versiones pirata a precios más bajos, aunque para los coleccionistas no son opción, en mercados como China se han tomado medidas contra esta piratería, impulsada por la escasez y el alto costo de los originales.

 

Sin embargo, expertos advierten sobre el llamado consumo injustificado, cuando la compra se vuelve excesiva y puede derivar en problemas como la acumulación compulsiva, al igual que ocurrió con los Legos, Funkos o Sonny Angels en su momento, el tiempo dirá si la fiebre por los Labubu es solo una moda pasajera o un fenómeno que llegó para quedarse.