Imagínense despertar un día cualquiera y no saber que te encontrarás con dos talentos que nadie daba un 5 por ellos, y sin saber que esos dos muchachos se convertirían en las máximas figuras de la serie mundial, pues eso le pasó al cazador de talentos de los Dodgers, Mike Brito, quien descubrió a las dos joyas mexicanas, Julio Urías y Víctor González, que fueron claves para volver a ganar la Serie Mundial luego de 32 largos años.
La gran visión que tuvo Brito tiene su gran recompensa, aunque el haber obtenido la victoria en el Juego 6to de la Serie Mundial frente a Tampa Bay es 100 por ciento mérito de los mexicanos.
“Me siento súper contento por la labor de estos dos muchachos que, gracias a Dios, primero, y después a ellos, nosotros nos coronamos campeones, una situación que nunca había pasado que dos mexicanos hayan tenido que ver tanto en una victoria para ganar el campeonato mundial, lo que podían o no aportar en una Serie Mundial solo Dios lo sabía, lo que yo sabía es que ellos tenían talento para hacer cosas buenas, pero nunca se sabe en el beisbol, uno calcula, piensa, y lo demás queda en manos de ellos y de Dios (…) desde que yo los vi, cuando tenían 13 o 14 años, tenían con qué triunfar en el beisbol, pero nunca supimos, diría mentiras si dijera lo que podían hacer en el futuro, tenían todo para hacer cosas buenas como las hicieron, tanto Julio como Víctor”, dijo Brito para un medio local mediante una llamada.
Mientras los dos jóvenes mexicanos se encontraban jugando, había alguien por home observando su desempeño, acompañado de su buen ojo radar de talentos, un cigarro y un sombrero; instrumentos que serían los únicos necesarios para Brito y descubrir los grandes talentos que serían el futuro del béisbol de las grandes ligas.
“Primero que nada yo tenía ambición, ellos le echaban muchas ganas y cuando estaban en los torneos de México a los 14 años ya se les miraba que tenían las cualidades para mejorar, y ése es el punto clave. Uno cuando va a scoutear va y los mira y uno tiene que catalogar lo que van a hacer. Julio enseñó muy buenas rectas, pero no tenía la experiencia que adquirió durante los últimos cuatro años. Es un cálculo, un albur, y tiene que ser a juicio de uno, pero también cuenta mucho el factor suerte”, finalizó.