POR: DON MAQUI
Dicen los estatutos que los partidos políticos son vehículos de participación ciudadana, que impulsan a los mejores hombres y mujeres para servir a la sociedad, que son escuelas de democracia, pero eso es un insulto a la inteligencia.
Hoy, en México, los partidos son fábricas de simulación y trampas perfectas, sus métodos de elección, aunque vistan de “convocatorias abiertas”, son dedazos maquillados de legalidad.
Movimiento Ciudadano, Morena, PRI y PAN son los principales fabricantes de este gran teatro nacional donde los ciudadanos ya no tienen ni voz ni voto: el poder se reparte en la cúspide, entre grupos, tribus y clanes, y los estatutos son piezas de utilería para el engaño colectivo.
1. Movimiento Ciudadano: La monarquía naranja
MC presume frescura, juventud, apertura ciudadana. En la práctica es un club cerrado de elegidos,
la Coordinación Nacional decide candidaturas a modo, en acuerdos de café, mientras las asambleas se usan como salones de honor para legitimar los caprichos de Dante Delgado y sus virreyes estatales.
MC, el partido que más presume de “lo nuevo”, es en realidad el campeón absoluto del dedazo.
2. Morena: Las encuestas del autoengaño
En Morena la democracia se llama “encuesta”, pero las preguntas y respuestas vienen ya firmadas desde la oficina presidencial o de su sucesora, la Comisión de Elecciones es juez, parte y verdugo, solo mide lo que le conviene y excluye a quien no entra en el guion.
La militancia solo mira desde la barrera cómo se elige a los próximos candidatos mientras les piden aplaudir “el método más democrático del mundo”, el gran dedazo obradorista sigue vivo… ahora en versión encuestada.
3. PRI: El dinosaurio que cambió de camisa pero no de hábitos
El PRI inventó el dedazo, lo patentó y hoy, aunque presuma estatutos modernizados, sigue asignando candidaturas como en los tiempos de Plutarco Elías Calles, Comisiones de Postulación, Convenciones de Delegados y demás simulaciones son sólo rutas formales para el reparto político.
La militancia del PRI hoy sirve para llenar sillas, ondear banderas y justificar lo que arriba ya estaba negociado.
4. PAN: De las bases al cuartel general
El PAN fue en otros tiempos el último bastión de elecciones internas vibrantes, hoy, las designaciones se volvieron su nuevo catecismo.
El Comité Ejecutivo Nacional y las cúpulas estatales decidieron que el riesgo de división era peor que la vergüenza democrática, así que optaron por elegir a mano alzada (pero en privado) a sus candidatos.
La militancia panista, aquella que hacía campañas heroicas en la calle, hoy solo recibe la boleta de un solo nombre y aplaude porque no queda otra.