Por:  DON MAQUI

Si alguien desea estudiar fenómenos políticos, puede entrevistar a Miguel Treviño que se convirtió del mejor alcalde de México a un “Dictadorcito”, lleno de soberbia con un equipo que lo ayudó a llegar, pero no a trascender en la política.

Atrás quedaron los días de gloria del joven político independiente, que pintaba para grandes cosas en la vida pública.

Muy lejos, está el hijo de un panista de cepa, que arrebató a los de la camada de su padre la dignidad albiazul y los llevó junto con él a traicionar las filas panistas, para ganarle al partido que le dio todo a Humberto Treviño Landois.

La esperanza de Kana Fernández, de Fernando Canales y del propio Coco Coindreau de forjar un gran líder, fue disipándose con el ejercicio del poder que suele desgastar, pero en el caso de Treviño, lo “mató“.

Su ascenso parecía meteórico, pero algo sucedió en el camino, el ‘canto de las sirenas’ cercanas a su equipo, lo sedujeron, de tal manera que se “aisló” de su realidad, una realidad que indicaba que empezaba a tomar decisiones sin consenso y eso le cobraría factura.

Un equipo sin experiencia de gobierno, colapsó todo y los resultados, ahora están a la vista.

Se quedó sin sucesión ”a modo“, se quedará sin protección para sus cuentas públicas, lo marginaron de ser inscrito por Movimiento Ciudadano, en su soñada senaduría y lo más duro está por venir.

Darse cuenta que tanto poder acumulado en pocas personas, le servirá de nada cuando deba pararse frente a Mauricio Fernández para entregarle la estafeta que le ganó en la elección pasada.

Se le viene la noche a Miguel Treviño, y nadie sabe a ciencia cierta si estará en condiciones de sostenerse de pie, ante los embates de la gente y la Auditoría Superior del Estado, que exigirán cuentas y que pague cada fechoría cometida en su gestión llena de claroscuros.