Una mujer del Estado de Nuevo León buscó adoptar legalmente a su perro llamado Octavio, de forma en la que pueda llevar sus apellidos y tener ‘todos los derechos’ al igual que cualquier otro hijo humano.
La mujer presentó un escrito de Diligencias de Jurisdicción Voluntaria para adoptar a su mascota, a lo que un juez Segundo de Juicio Familiar Oral del Primer Distrito dio negativa argumentando que las leyes sólo prevén en la adopción de una persona, no en el caso de un animal.
Después de esto, la mujer realizó un amparo el cual también fue negado por el Juez Segundo de Distrito en Materias Civil y de Trabajo.
La mujer argumentaba que ‘Octavio’ era un miembro de su familia, ya que su objetivo era proteger la integridad de su mascota como si fuera un humano, debido a que piensa que las leyes que protegen a los animales no son lo suficientemente eficientes.
También señaló que el juez al desechar su trámite de adopción quebranta su derecho al libre desarrollo de su personalidad, aunque, por su parte el juez de amparo no le concedió la razón, porque la imposibilidad de adoptarlo no es impedimento para tenerlo con ella y darle cuidado cómo un integrante de la familia.
La mujer manifiesta que si las mascotas no pueden ser adoptadas como personas afecta a su derecho a la salud mental, pues es sometida a una crueldad emocional al ser considerados a nada más que un objeto.