POR: DON MAQUI
Imagínese usted, querido lector, lo que sería de Nuevo León sí, en un acto inédito de madurez política, los principales actores que han ocupado cargos clave en la entidad decidieran dejar de lado sus diferencias y sumar esfuerzos por el bien común.
No estamos hablando de improvisados ni de políticos de ocasión, sino de figuras con experiencia, conocimiento y una trayectoria que les ha permitido entender las entrañas del poder, ¿Se imagina lo que podríamos lograr si un ex Senador y ex Diputado federal como Raúl Gracia, un ex Alcalde con trayectoria como Chale de la Fuente, un ex Alcalde y ex Presidente de partido como Heriberto Treviño, y un ex Alcalde como Víctor Pérez trabajaran juntos con una visión común?
Si a este grupo le sumamos a un empresario convertido en buen funcionario como Mike Flores, a una joven promesa política como Mario Soto Esquer y a un dos veces ex Alcalde y ex Diputado local como Chefo Salgado, un cuatro veces alcalde como Mauricio Fernández, y un Diputado Federal de experiencia como Pedro Garza, tendríamos un bloque con la capacidad de articular un proyecto sólido para el desarrollo del estado.
Pero la ecuación no estaría completa sin la influencia de figuras como Samuel García, quien pasó de Diputado local y Senador a Gobernador; Héctor García, Alcalde de Movimiento Ciudadano que antes fue Diputado local y federal con el PRI; Baltazar Martínez Montemayor, ex Diputado local y federal, hoy Alcalde de Cerralvo y Baltazar Martínez Ríos, ex Alcalde y hoy Diputado local.
Además, la solidez del PRI en la entidad no puede entenderse sin personajes como José Luis Garza Ochoa, Dirigente del partido y ex Diputado local y federal o Javier Navarro, abogado de gran trayectoria y máster en derecho, quien hoy ocupa una posición clave en el Gobierno estatal.
Si sumamos a Daniel Carrillo, ex Presidente del Congreso y actual Alcalde, Paco Cienfuegos, ex Alcalde de Guadalupe y ex Diputado local, Adrián de la Garza, quien ha sido tres veces Alcalde y hoy vuelve a gobernar, Jesús Nava, ex Diputado local y Alcalde reelecto; Andrés Mijes, también reelecto como Alcalde; Clara Luz Flores, ex Alcaldesa y actual funcionaria federal; Waldo Fernández, ex Diputado local y Senador y Judith Díaz, quien ha sido Diputada local, federal y Senadora, el grupo de liderazgos que podrían cambiar el rumbo del Estado sería aún más fuerte.
Y, por supuesto, no podemos olvidar a Abel Guerra, ex Diputado federal y ex Alcalde de Escobedo, un urbanista de gran nivel que ha sido pieza clave en la transformación del municipio y que ha dejado una huella en la planeación urbana de Nuevo León.
El centralismo regresa, Nuevo León se rinde ante el nuevo presidencialismo.
Pero, ¿Para qué perder el tiempo soñando con acuerdos y soluciones locales cuando la realidad nos dice que en México todo se sigue decidiendo desde la Ciudad de México?, como en los viejos tiempos del PRI, la disciplina centralista ha vuelto, esta vez encarnada en la figura de Claudia Sheinbaum, quien desde Palacio Nacional impone orden donde nuestros políticos parecen incapaces de hacerlo por sí mismos.
Mientras en Nuevo León nos entretenemos con pleitos estériles, bloqueos en el Congreso y guerras de declaraciones, el gobierno federal simplemente nos ha recordado quién manda, ¿Qué hacer con los recursos, las obras, los proyectos estratégicos?, fácil, esperar instrucciones de la capital, porque aquí la clase política local parece haber retrocedido años luz, perdiendo la capacidad de tomar decisiones sin el visto bueno del centro.
No deja de ser irónico que, en un Estado donde tanto se presume la independencia y la autosuficiencia, acabemos dependiendo de la disciplina del nuevo presidencialismo para que las cosas funcionen, quizá algunos actores locales no lo admitirán en público, pero en privado deben estar aliviados, después de todo, cuando no hay liderazgo local sólido, siempre queda la opción de obedecer y dejar que otros resuelvan el desorden.
¿Será que en el fondo algunos celebran este nuevo PRI recargado, con la diferencia de que ahora la jefa del Ejecutivo despacha con rostro progresista y lenguaje tecnocrático?, quién sabe, pero si de algo podemos estar seguros, es que mientras la entidad no encuentre su propio camino, nos seguirán gobernando desde lejos, como si Nuevo León fuera solo otra pieza en el tablero del poder presidencial.
Y así seguimos, esperando que algún día nuestros políticos locales dejen de comportarse como delegados de la capital y asuman de una vez por todas, la responsabilidad de construir el futuro que Nuevo León merece.