Desde el primer día que Susana Méndez Arellano asumió la presidencia de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Nuevo León (#CEDH), ha dejado claro que su compromiso es con la gente, no con los reflectores ni con las agendas políticas.

 

Su gestión, marcada por el profesionalismo y la constancia, la posiciona como una de las pocas presidentas en la historia de la CEDH que realmente ha cumplido con su misión sin caer en politiquerías.

 

Prueba de su incansable trabajo es la reciente colaboración con la Fiscalía General de Justicia del Estado para desarrollar el “Manual de Atención al Primer Contacto a Grupos de Atención Prioritaria”, este esfuerzo tiene un objetivo claro: garantizar que personas en situación de vulnerabilidad, como migrantes, personas con discapacidad, mujeres, adultos mayores, niñas, niños y adolescentes, reciban un trato digno, libre de discriminación y acorde a sus necesidades específicas.

 

Méndez Arellano no solo se ha enfocado en proyectos clave, sino que también ha priorizado la capacitación del personal para sensibilizarlos sobre las realidades y desafíos que enfrentan los grupos vulnerables, estas acciones trascienden los discursos y demuestran una auténtica vocación por los derechos humanos, lo que ha generado reconocimiento tanto de organismos civiles como de la ciudadanía.

 

En un estado donde muchas veces los intereses políticos eclipsan las verdaderas necesidades de las personas, Méndez Arellano ha mantenido una gestión alejada de las confrontaciones y enfocada en resultados tangibles.

 

Nuevo León puede estar seguro de que, bajo su dirección, la CEDH continuará siendo un faro de esperanza y justicia para quienes más lo necesitan, y en tiempos donde espera ser reelecta, su gran desempeño a lo largo de ese tiempo debe ser tomado en cuenta.