POR: DON MAQUI
La candidata a la gobernatura por la alianza del presidente de la República debería de estar muy preocupada porque en los últimos días se le han complicado los temas mediáticos y de percepción al de la ciudadanía. Alguien no está haciendo su trabajo o lo está haciendo de una manera brillante en favor de algún o algunos candidatos que no sean, por supuesto, la de Escobedo.
Da mucho a pensar qué los aún priístas que están en su equipo no desean renunciar al partido tricolor y se mantengan con la vela encendida, al menos eso parece, de un posible regreso al PRI.
El propio esposo de la candidata, Abel Guerra, no ha renunciado a ese partido por lo menos, de manera pública no lo ha hecho, y le siguen Felipe Enríquez, Héctor Gutiérrez, Mario Cruz, Mario Guerrero y otra serie de personajes, que parece que siguen prendiendo dos velas para mantener la ilusión intacta.
No es el mejor momento de la candidata para sacudir a su equipo, pero si debería de pensar en una estrategia que la lleve a determinar si los errores son voluntarios o involuntarios, porque lo que permea hacia el círculo rojo de la política es que desde adentro le están saboteando su campaña llevándola a terrenos que no domina pero sobre todo con intereses oscuros que no se alcanzan a distinguir.
Nadie en su sano juicio puede creer qué lealtades de más de tres décadas se desaparezcan de la noche a la mañana por una campaña política, sin embargo, eso podría ser borrado de la memoria colectiva si por lo menos renunciaron a su partido y dieran una muestra de qué sus nuevas lealtades están con la de Escobedo.
Por ahora las dudas se ciñen sobre qué personajes tendrían beneficios de ganar algún otro candidato que no sea Clara Luz y quiénes tienen más oficio político para tejer puentes… Ahí está la clave de quienes están traicionando, o al menos eso pareciera.