POR: DON MAQUI
Hoy, Donald J. Trump vuelve al escenario como presidente de los Estados Unidos, su regreso, con la bandera del nacionalismo y el lema eterno de “América Primero”, plantea un escenario retador no solo para el mundo, sino particularmente para México, si la primera temporada de Trump fue un huracán político y económico para nuestro país, esta segunda promete ser un terremoto de magnitud impredecible, la pregunta no es si nos afectará, sino cómo podemos prepararnos para capear el temporal.
La tormenta que se avecina
Trump es un maestro en el arte de la negociación agresiva. Para México, eso significa que el comercio, la migración y la seguridad volverán a estar en la mira de su gobierno, ya ha insinuado que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) podría ser renegociado, y no en términos más amables., con una economía que depende profundamente de nuestras exportaciones al vecino del norte, cualquier movimiento en ese tablero podría desestabilizarnos.
En la frontera, su discurso antiinmigrante no ha cambiado, más muros, más deportaciones y menos cooperación en materia migratoria están en el menú, esto no solo presiona a nuestra política interna, sino que también nos deja con el reto de lidiar con una crisis humanitaria en la región.
A nivel global, el regreso de Trump polarizará el mundo aún más, su postura confrontativa contra China, Rusia y los países latinoamericanos redefine los alineamientos geopolíticos, México, situado entre el gigante norteamericano y sus competidores globales, deberá caminar con cautela para no caer en los juegos de poder de Washington.
¿Qué hacer para que no nos lleve la corriente?, el gobierno mexicano enfrenta una prueba histórica, estos son algunos de los pasos que podríamos tomar para minimizar los daños e incluso aprovechar la marea:
1. Diversificar nuestra economía: Ya no podemos poner todos los huevos en la canasta del T-MEC, es imperativo fortalecer nuestras relaciones comerciales con Europa, Asia y Sudamérica, en un mundo multipolar, México tiene el potencial de convertirse en un puente económico.
2. Fortalecer nuestra industria nacional: Si Trump busca dificultar las exportaciones mexicanas, debemos prepararnos para fomentar el consumo interno y la autosuficiencia en sectores clave, invertir en ciencia, tecnología y pequeñas y medianas empresas será vital.
3. Política migratoria inteligente: No basta con aceptar las presiones de Estados Unidos, México debe trabajar en un plan migratorio humanitario que también proteja nuestros intereses, esto incluye buscar alianzas con Centroamérica para abordar las causas profundas de la migración.
4. Diplomacia estratégica: El regreso de Trump no significa que México deba ser pasivo, al contrario, nuestra política exterior debe ser más proactiva y valiente, construyendo alianzas con otros actores globales que equilibren las presiones de Washington.
5. Unidad interna: Nada debilita más a un país que la división, el gobierno mexicano, junto con la oposición, los empresarios y la sociedad civil, debe entender que en este momento somos todos parte del mismo barco.
Una lección maquiavélica
Trump es un adversario formidable, pero también predecible en su impredecibilidad, como buen príncipe maquiavélico, su objetivo es mantener el poder y satisfacer a su base política, México, como vecino, debe jugar con inteligencia, estrategia y paciencia.
No hay lugar para improvisaciones, nuestra respuesta debe ser calculada, no reactiva, que esta sea una oportunidad para fortalecer nuestra independencia económica, pulir nuestra diplomacia y, sobre todo, mostrarle al mundo que México no solo sobrevive, sino que prospera, incluso frente a un gigante tan volátil como Trump.
Hoy, el tablero cambia, pero no olvidemos que los peones que juegan con astucia pueden derribar a los reyes más temidos.