POR: DON MAQUI

Dicen que el poder no se da, se arrebata, pero en Nuevo León, más que una lucha por el poder, lo que tenemos es un duelo de egos con el presupuesto estatal como rehén, mientras el tiempo corre y el 2025 asoma en el horizonte con incertidumbre, el Congreso y el Ejecutivo juegan una partida donde la victoria no parece ser para la ciudadanía, sino para quien logre imponer su narrativa.

Los discursos de los legisladores son una coreografía ensayada, se dice que se está dejando de lado el revanchismo y los intereses políticos, pero en cada declaración hay un dedo acusador, una carga ideológica y una guerra de posicionamientos,  “Nuevo León está en un pozo”, dice un Diputado, como si la crisis presupuestaria hubiera aparecido de la nada y no fuera producto de una serie de desencuentros y estrategias políticas diseñadas para debilitar al adversario.

El PRI y el PAN, que en otros tiempos fueron el establishment del Estado, ahora se presentan como los salvadores de un gobierno que, según ellos, está “destruido”, ofrecen una mano con condiciones, exigen humildad al gobernador, pero al mismo tiempo lo responsabilizan de todo el impasse, en política, no hay gestos de buena voluntad gratuitos, cada palabra tiene un cálculo, cada reunión es un termómetro del poder.

El gobernador, por su parte, parece haber optado por una estrategia de confrontación controlada,  “No tiene por qué volver a sentarse con los diputados”, se dice, como si el diálogo fuera un favor y no una responsabilidad política, la pregunta aquí es, ¿Hasta dónde está dispuesto a tensar la cuerda?, porque en este juego de posturas, el riesgo es que la soga termine apretando más al ciudadano que a los actores políticos.

Por el lado de Morena, el tono es el del pragmatismo, saben que el tiempo se agota y que, más allá de discursos, el estado necesita operar con certeza presupuestaria, ¿Casualidad que pongan fecha de resolución cercana a la visita de la Presidenta Claudia Sheinbaum?, difícilmente en política, no hay coincidencias, solo estrategias bien calculadas.

El gran dilema aquí es que nadie quiere aparecer como el que cede, pero todos saben que, si no hay presupuesto pronto, el costo político será alto, lo que sigue será una negociación en donde cada bando tratará de sacar la mejor tajada, disfrazándolo de “acuerdo por el bien de Nuevo León”.

Mientras tanto, la incertidumbre sigue y los ciudadanos observan un espectáculo donde la política, más que resolver, parece estorbar.

La gran pregunta es,  ¿Quién pestañeará primero?, porque en este juego de ajedrez, no se trata solo de ganar la partida, sino de definir quién quedará con la narrativa del triunfo.