POR: DON MAQUI

En plena víspera de elecciones judiciales y con el Consejo Nacional de Morena en puerta, la Presidenta de México (y de facto, también del partido), Claudia Sheinbaum lanzó una misiva que no fue carta, sino manifiesto, la Reina de la Cuarta Transformación no sólo marcó línea: dejó claro quién manda y para qué está Morena, si alguien tenía dudas de que el “bastón de mando” venía con doble filo, hoy quedaron enterradas bajo diez mandamientos que no admiten interpretación blanda.

¿Qué dijo Claudia?, traduzcamos a lenguaje de poder.

Sheinbaum recordó que Morena no es un club de ambiciosos, sino una maquinaria construida con sudor, tierra y derrotas, lo que pidió (o mejor dicho, ordenó) es un regreso a la raíz, a la causa, a la “Regeneración” puerta por puerta, y lo hizo con nostalgia revolucionaria, pero con precisión quirúrgica: no más fifís en helicóptero, ni diputadetes paseando por Europa con el dinero del pueblo.

En forma y fondo, marcó distancia con el “partido de Estado” que tanto aborrecía el obradorismo original, pero no soltó las riendas, ella manda en Palacio, y también en el partido, que nadie lo olvide, pidió unidad, sí, pero no a cualquier costo: la unidad sin principios es podredumbre, y la derecha acecha, mensaje directo a los pragmáticos y oportunistas de casa.

Claudia trazó su decálogo de pureza política:

1. Unidad sin sectarismo ni ambición desbordada.

2. Humildad y austeridad como marcas del uniforme morenista.

3. Nada de turismo legislativo con cargo al erario.

4. Prohibido el nepotismo y los herederos prematuros.

5. Partido y Gobierno separados, pero bajo su control moral.

6. Formación ideológica obligatoria: el que no lee, no milita.

7. Movimiento vivo: calle, no confort.

8. Gobiernos austeros o fuera.

9. Cero narcopolítica, ni de cuello blanco ni con cuerno de chivo.

10. Encuestas limpias o tómbola: el pueblo decide.

Y remató como sólo una mujer de poder lo hace: con la advertencia disfrazada de consejo, “No nos confiemos”, tradúzcase: “Ni se les ocurra fallarme”, porque aquí no hay espacio para tibiezas ni lujos: quien quiera futuro en Morena, que lo construya con tierra bajo las uñas y lealtad tatuada en la frente.

Sheinbaum no solo preside México, hoy lo gritó con elegancia doctrinaria: también preside Morena, y al que no le guste, que se forme… pero en la fila de la oposición, ¿La Cuarta Transformación? Sigue viva, Pero ahora con apellido: ¡Sheinbaum!.