Recién se llevó a cabo la “disque” escalonada reapertura económica en el país, cuando se presentó la fabulosa idea de instalar los famosos autocinemas, propuesta que permitía, cuidando siempre las medidas sanitarias, salir un poco en familia y dejar el confinamiento en casa de lado.
En Cuernavaca, el anuncio de una misa llevada a cabo bajo esta normalidad, causó revuelo nacional, pues más de 100 vehículos asistieron a presenciar el mensaje del párroco.
Todo iba tan bien cuando tres días después, sin razón alguna, el predio fue clausurado, y según informes de las administración de aquel municipio, no contaba con los permisos correspondientes.
Unos días después el predio fue reabierto y parecía todo estaba normal, algunos inspectores y funcionarios del ayuntamiento se veían bastante sonrientes.
Para el mes de agosto, uno de los socios del predio, sin faramalla ni nada, presentó una denuncia bajo el delito de cohecho a seis inspectores del ayuntamiento de Cuernavaca, quienes fueron acusado de pedir 200 millones de pesos al empresario para reabrir.
Al ser detenidos los presuntos responsables, los empleados dijeron que todo fue solicitud directa del alcalde Francisco Villalobos, quien en declaraciones ha negado los hechos.
Nada por encima de la justicia, al menos eso si pasa en Cuernavaca, aquí ¿qué crees que hubiera pasado con el dueño del predio que hubiera demandado?