POR: YARESSI ORTEGA

A veces, los políticos parecen olvidarse de lo que alguna vez les dio el carisma y el cariño de la gente, lo que les permitió llegar al poder en varias ocasiones.

Heriberto Treviño Cantú, quien fue muy querido como Alcalde y logró mantener una buena imagen durante tres mandatos, ahora se enfrenta a un dilema curioso: está proponiendo, casi dos décadas después, una iniciativa para retirar y reciclar el escombro en los baldíos de Monterrey, lo que no hizo cuando estuvo al frente de los destinos de Juárez, lo pretende hacer ahora desde el Congreso, con una iniciativa que tiene todo el sello de la demagogia populista.

Alguien podría pensar que Treviño, quien fuera tan eficaz en el pasado y mostrara un liderazgo serio, ha decidido finalmente atender uno de los problemas más apremiantes en la zona metropolitana, la verdad, sin embargo, es que no es así.

Este tipo de propuestas llegan tarde y mal planteadas, primero, el líder del PRI en el Congreso local, en lugar de abordar la raíz del problema desde su trinchera política, se dedica a lanzar la pelota a los municipios, como si fuera una responsabilidad externa, no menciona ni una palabra sobre cómo modificar la ley municipal para poner en marcha de forma eficiente la propuesta.

Y es que, después de casi 20 años de una carrera política exitosa, ahora se da cuenta, como si fuera un descubrimiento revelador, que los escombros pueden ser reciclados y reutilizados, tal vez se le olvidó que los problemas relacionados con la basura y el escombro han sido una constante queja de los vecinos desde hace años, esas mismas quejas que, de haber sido escuchadas en su momento, podrían haberlo posicionado como un líder capaz de resolver problemas reales.

Lo que es aún más curioso es que Treviño, al hacer esta propuesta, no plantea ninguna medida concreta sobre cómo lograr la reactivación de la ley municipal para el retiro de escombros, ni cómo se puede asegurar que los centros de reciclaje de escombro sean eficientes y funcionales.

Se trata de una iniciativa que suena bien en papel, pero está tan mal estructurada como las calles llenas de escombro que, lamentablemente, siguen siendo una realidad en la ciudad, esta reforma que plantea está más orientada a calmar las críticas y dar una imagen de acción que a resolver un problema real.

¿Qué pasó, Heriberto? ¿Acaso no te diste cuenta del escombro cuando lo tenías enfrente en tu despacho como Alcalde? La gente te quería, pero ahora, como político en el Congreso, parece que te has “volado la barda” al querer hacer hoy lo que no hiciste hace tantos años.

Este tipo de iniciativas son las que generan una falsa esperanza, porque al final, lo único que queda es una reforma poco efectiva, una ley que tal vez se apruebe, pero que no tendrá el impacto esperado, mientras tanto, los baldíos seguirán llenándose de escombro y la promesa de un reciclaje de materiales de construcción se quedará, como muchas otras propuestas, en el papel.

Quizás, antes de intentar salvar el mundo con reformas tardías, sería más sensato que los políticos se miraran al espejo y se enfrentaran a los problemas que pudieron haber solucionado cuando realmente tenían el poder de hacerlo, el escombro no se va a ir solo, y mucho menos con reformas que, por más bonitas que suenen, no tienen un plan claro para ejecutarse.