POR: DON MAQUI
En política hay historias que parecen escritas por la mano del destino, y la de Mauricio Farah Giacomán es una de ellas.
Hace 19 años, un joven de apenas 19 primaveras aceptaba la invitación de Mauricio Fernández Garza para incorporarse a su círculo más íntimo, lo que inició como un camino de aprendiz se convirtió en la ruta hacia la historia. Farah fue el hombre más cercano al Tío Mau: su sombra, su confidente y su ejecutor de confianza en el ajedrez sampetrino.
Hoy, la ironía es cruel pero también gloriosa: Farah no solo arrancó con Fernández su camino en la política, sino que también marcará su final, la muerte del cuatro veces alcalde sampetrino abre un vacío difícil de llenar, y es el propio Tío Mau quien, aún sin proponérselo, dejó al frente a su discípulo más leal para custodiar su legado.
El peso es doble: ser el alcalde sustituto de San Pedro tras la tragedia y, al mismo tiempo, cargar con el honor más grande que pudo recibir: convertirse en el heredero político del mauricismo, en esas contradicciones navega hoy Mauricio Farah, con el dolor de la pérdida pero con la certeza de que su deber es dar continuidad a la obra de su maestro.
El reto es mayúsculo, Farah encarna el relevo generacional: un joven con experiencia, curtido en la disciplina de casi dos décadas en el poder local, que ahora tendrá la oportunidad de demostrar que aprendió bien la lección, porque San Pedro no es terreno fácil: es un suelo donde cada paso puede costar una guerra política, y donde cada decisión genera ecos que trascienden.
El calendario le juega otra paradoja, aunque en papel serán dos años de gobierno, los que saben de política coyuntural entienden que, en realidad, solo tendrá un año real para gobernar, después vendrá la renovación del ayuntamiento, las campañas, la grilla sin cuartel y la inevitable batalla por el futuro del municipio más poderoso de Nuevo León.
Farah inicia, pues, no solo una gestión municipal: arranca una nueva era en San Pedro, donde el apellido Fernández se convierte en leyenda y donde el alumno tendrá que demostrar que está listo para escribir su propia página, lo hace con el peso del legado, con la presión de la coyuntura y con la esperanza, quizá secreta, de que su nombre quede marcado como el hombre que honró al Tío Mau y supo transformar la herencia en futuro.
La dinastía Fernández Garza cierra un capítulo; la era Farah acaba de comenzar, el desenlace, como siempre en la política, será otra historia por contar.