Richard Hopkins, trabajador postal en Pensilvania, aceptó haber fabricado un testimonio que señalaba al jefe del servicio postal de Erie, Pensilvania, el cual habría pedido cambiar la fecha en boletas enviadas por correo para que estaqqs pudiesen ser contadas un día después de la elección.
Dicho testimonio había sido citado por miembros de alto rango del partido republicano como prueba de fraude en la elección, incluyendo al senador Lindsay Graham.
Graham había enviado una carta al Fiscal, William Barr, y por tal motivo, éste autorizó al Departamento de Justicia investigar denuncias de frade electorales.
Sin embargo, de acuerdo con tres de los investigadores encomendados y un legislador, Hopkins admitió que el testimonio era falso y se negó a firmarlo.
Ante una lucha de poder de tal magnitud como de la que estamos siendo testigos, las voluntades son el mercado principal, pues, así como fácilmente se pueden fabricar pruebas, también estas se pueden desechar fácilmente, por lo que ya no se sabe en qué confiar; solamente de una cosa estamos seguros, las sorpresas inéditas no van a faltar.