Por: DON MAQUI

Nadie en su sano juicio, y que se precie de conocer un poco, solo tantito, de política, puede pensar que la posibilidad de que Fernando Larrazábal se inscriba en la contienda de Acción Nacional para ser candidato gobernador y que tenga como finalidad aspirar a ganar de ser el elegido por la militancia.

Se necesita ser muy ingenuo y cómplice del de Oaxaca para solapar siquiera su inscripción; es evidente que el arrastre que representa, no sólo para el partido Acción Nacional, sino para la sociedad, es altísimo, sin embargo, hoy los líderes del PAN ya perdieron toda la dignidad y la vergüenza posible al estar en vías de permitir a ese personaje siniestro y con pocos escrúpulos pueda aspirar a gobernar Nuevo León.

Parece que los panistas que lideran en Nuevo León ya olvidaron que la tragedia del Casino Royal, donde hubo muertos por decenas, marcó un antes y después en la vida de los casinos en este estado.

Por ello, el agravio fue mayúsculo cuando se descubrió que el Alcalde de la ciudad de Monterrey tenía en su hermano a un personaje que estaba ligado a esos siniestros centros de apuestas, si, justo donde la tragedia mantuvo en luto a todo un Estado, ahí donde se negociaban cantidades de dinero para lograr fines que aún desconocemos.

Pues Fernando Larrazábal, capaz aún y con toda la vergüenza que representa el acto corrupto de su familiar, se fue directo a competir contra Aldo Fasci en una contienda a Diputado Federal, en un distrito totalmente azul, que quienes están inmersos en la política aseguran fue negociado para darle fuero al exalcalde regio.

Imaginan ustedes la poca credibilidad y lo que representa el rostro de Fernando Larrazábal como un personaje corrupto, que no pudo ganar aquel Distrito Federal de manera apabullante, como lo han hecho todos los panistas que han competido antes y después de la raza.

No queda duda que la intención del Partido Acción Nacional, y quien lo dirige, siempre fue descarrilar a Victor Fuentes porque les genera escozor pensar en que alguien esté por encima de ellos y controle su negocio llamado partido.

Los panistas que soñaron algún día que podrían gobernar Nuevo León pueden guardar sus ilusiones para dentro de siete años, ya que, con Fernando Larrazábal, no se juega y de una cosa estamos seguros, si entra la contienda es porque ya le garantizaron sus cómplices de toda la vida equidad en el proceso.

Una lástima para Nuevo León que un partido con tanta trayectoria y con un prestigio todavía sólido, se preste a estas jugadas para asegurar una derrota.