POR DON MAQUI

En el ajedrez político de Nuevo León, a veces el peón se convierte en rey, pero en este caso, los que coronaron fueron los tráileres, literalmente.

Hace apenas unas semanas, el Gobernador anunciaba con bombo y platillo un decreto para restringir el paso de transporte de carga en horarios específicos dentro del área metropolitana, la narrativa era clara, orden, movilidad y seguridad para la ciudadanía, pero bastaron unas cuantas vueltas de tráiler y quizás algunas llamadas de empresarios con poder para que ese decreto pasara de ser “norma firme” a papel decorativo.

Porque mientras en la mañanera regia se hablaba de límites, horarios y sanciones, el secretario Hernán Villarreal daba cátedra de ambigüedad institucional, en un acto digno de la Chimoltrufia, decía, “digámoslo así, si es un tema legal, ese tiene que verlo el Congreso”. ¿Entonces sí hay decreto o no hay decreto? ¿O como luego dicen, según cómo se mire?

Pero la cosa no paró ahí, el Estado, lejos de hacer cumplir su palabra y aplicar su propia norma, ahora subsidiará el paso por el Periférico para que los camiones no tengan que entrar a la ciudad, ¿El resultado? no hay sanciones, no hay detenciones, y al contrario, hay incentivos, la autoridad terminó financiando a quienes iba a restringir y si uno pone atención, solo faltó que ofrecieran disculpas públicas por haberlos incomodado.

Así, el poder empresarial del transporte, ese que no necesita micrófono porque habla con acciones, ganó la partida, no solo seguirán circulando a la hora que quieran, sino que ahora lo harán con descuento y mientras tanto, el famoso decreto se quedó como ese archivo que nadie abre, pero todos presumen haber firmado.

Más grave aún, Villarreal, en su cruzada por el consenso, podría estar reescribiendo o ignorando un decreto emitido por el Ejecutivo, ¿Se arrogó facultades que no le tocan? ¿Se brincó al Congreso? ¿O solo improvisa según el viento que sople? Sea como sea, lo que queda claro es que, en este juego, el Gobierno no gobierna, gestiona consensos… o como decía la Chimoltrufia, “pos sí, pero no, o sea, depende”.

Y la pregunta que queda al aire es:

¿Quién manda realmente en Nuevo León? ¿El que firma los decretos… o el que maneja los camiones?

Y por último ¿Cuándo se deroga el decreto que no fue?