POR: DON MAQUI


La temporada de ensueño de los Rayados del Monterrey, con una liguilla donde avasallaron a cada uno de sus rivales en turno, primero golearon de manera despiadada a un Atlas que ni las manos metió, tardes épicas del tridente colombiano con Avilés Hurtado encabezando la lista de goleadores del torneo, con un Edwin Cardona destilando magia como creativo, Dorlan Pabón dando uno de sus mejores torneos, el uruguayo Carlos Sánchez convertido en un crack he ídolo de la fanática.

¿Qué podía salir mal? Les tocó el más grande de México en la semifinales, las Águilas del América, en un partido lleno de emoción, quizá el mejor juego de semifinales jamás visto en el estadio Rayados, parecía que el América se llevaría a la victoria, y con ello, jugar una final contra los tigres, sin embargo, Cardona mostraba su temple al tirar y marcar un penal cerca del final que sellaba el pase a la gran final.

Vendría la historia a poner, como ya se escribió, en el mejor torneo de Rayados, con el campeón goleador y con un técnico que ya había derrotado a los Tigres, pero con las propias Águilas del América.

En el partido de ida, el resultado fue de lo más trabado que se pudo, no hubo espacio para un vencedor, sin embargo, para los Rayados, haber librado la aduana del Universitario, parecía suficiente para ahora si, en su estadio, darle la vuelta coronándose como campeones del apertura 2017.

El destino, que es tétrico y suele jugar con los sentimientos de la gente y más con las aficiones, tenía otra historia por escribir, pues vino el trágico 10 de diciembre de 2017, dando comienzo a la batalla final por el orgullo para la historia del fútbol regiomontano.

Todo marchaba perfecto para el Monterrey, un estadio pletórico lleno de magia, cánticos previos al juego y un recibimiento espectacular para el que se perfilaba como el campeón de la liga… pero que equivocados estábamos todos al dar por muertos a los felinos.

Arrancaba apenas el juego y Dorlan Pabón ponía delante a los Rayados en lo que parecía un presagio de un triunfo sencillo para el Monterrey y la corona de una temporada magnífica.

Pero poco a poco, el Tigre del Tuca Ferreti, fue cauteloso y atacando levemente, pero conciso logró antes de que se acabará el primer tiempo darle dos goles al club en los botines de Edu Vargas y Meza.

Rayados, por su parte, atacaba una y otra vez sin tener éxito, su gente alentaba como pocas veces y el estadio se caía a pedazos cuando por allá del minuto 82, el árbitro marcó un penal a favor de los albiazules, nadie en su sano juicio en el estadio creyó que el desenlace desde el manchón penal marcaría la tragedia más grande del Club de Fútbol Monterrey en su historia.

Aún se recuerda con tristeza y dramatismo para los Rayados, y con algo algarabía para los Tigres, la narración del famoso Martinolli, que irónico gritaba “¡Avilés, Avilés… la mandó a Tamaulipas!”, refiriéndose a la pelota que pareciera que nunca más volvió a los botines de Rayados.

Fue cuestión de paciencia para el equipo felino, ya todo estaba consumado, la peor derrota de Rayados en la época moderna se concretó en su propio estadio, las lágrimas aparecieron en todos los fanáticos, algunos llenos de soberbia aseguraban que ese campeonato nadie se los robaba, otros más lloraban porque sabían que habían desaprovechado la mejor oportunidad de la historia para instalar sus nombres la gloria eterna.

Se podrán decir una y 1000 cosas, pero lo que es cierto, es que ese recuerdo tan doloroso jamás podrá salir del corazón ni de la mente de quien se aprecie de ser Rayado.

Todo lo que se puede decir respecto a revanchas y demás, sólo son interpretaciones banales.

Tigres inscribió su marca en el escudo de los Rayados por los siglos de los siglos.