Que si de mujeres con temple, conocimiento y causa se trata, María del Roble Grajales Flores no solo destaca: deslumbra.
Abogada de cepa, académica rigurosa y defensora incansable de los derechos humanos, hoy levanta la mano para ocupar la Magistratura Administrativa en el 1er Distrito Judicial de Nuevo León y no lo hace por capricho ni por cuotas, sino por trayectoria, preparación y una hoja de vida que pocos pueden igualar.
Su camino no se forjó en cómodos despachos, sino en aulas universitarias, seminarios jurídicos y trincheras sociales, con casi tres décadas en el oficio legal, ha hecho de la justicia no una aspiración de escritorio, sino una batalla cotidiana por los que no tienen voz, sus credenciales académicas son tan vastas como su compromiso: maestra en Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias, experta en juicio de amparo, litigio estratégico y argumentación jurídica, una jurista hecha y derecha.
Además de su dominio en derecho, Roble Grajales carga con algo que no se enseña en ninguna facultad: vocación social, desde campañas altruistas hasta liderazgos femeninos, ha caminado por las colonias de García, San Pedro Monterrey Escobedo , siempre con el mismo propósito: que la justicia no sea un privilegio, sino un derecho palpable para todos.
Ahora, busca llevar esa convicción al pleno de un tribunal, donde promete un servicio judicial imparcial, accesible, transparente, y sobre todo humano, con una visión clara: acercar la ley a quienes más la necesitan y devolverle a la justicia administrativa su sentido más noble, el de proteger, no castigar.
Y por eso, en un mundo donde muchos presumen toga sin tener fondo, ella representa el equilibrio perfecto entre cabeza fría y corazón valiente.
¡Cuidado con subestimarla!, en tiempos de crisis institucional, mujeres como ella no piden paso… lo abren.