Los impuestos agravados en los refrescos y alimentos no básicos de alta densidad calórica no han logrado su misión de reducir su consumo ni la obesidad, según fuentes del sector con información propia y de las autoridades.
En cambio, notaron que han impactado con mayores precios sobre la población más vulnerable y de menores ingresos.
La Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC) evidenció que los aumentos de los impuestos sólo desalientan su consumo al principio, pero después el volumen de compra se recupera y con mejores ingresos.
Asimismo, señaló que desde el 2014, por cada 10 pesos que un consumidor paga por un refresco, 3 pesos corresponden a impuestos.
“Hoy sabemos que el 54 por ciento de las personas que lo paga, son las personas más pobres del país y que el 20 por ciento no puede acceder a una canasta básica de alimentos”, expuso.
De acuerdo con Lorena Cerdán, Directora General del Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo, A.C. (ConMéxico), los aumentos de impuestos a las bebidas y a otros productos a los que también se les quiere gravar más, han demostrado que son obsoletos para conseguir los objetivos que se persiguen.
“Claramente mientras la recaudación aumente, no es posible afirmar que el consumo se reduce y los datos de recaudación son prueba irrefutable, aumentar el costo de un producto afecta en su consumo en las primeras semanas, pero después llega un punto en donde la gente se acostumbra y sus hábitos no cambian, ya se ha demostrado que incluso su consumo llega a aumentar cada año”, dijo.