POR: DON MAQUI
Amanecimos bravos como se dice en el norte con la reacción de Andrés Manuel López Obrador después de enterarse que lo que él no quiso hacer, que era bajar de la candidatura a Félix Salgado Macedonio acusado de violación y repudiado por las mujeres de su partido y, en general por todas las damas del país políticas y no políticas, arremetió contra el INE acusándolo de ser un ser supremo poder conservador.
Olvida muy rápido López Obrador, que hace apenas unos meses estaba festivo con la decisión del propio Instituto Nacional Electoral de descarrilar a su acérrimo rival Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, tiene corta la memoria el presidente, ya que, ese mismo instituto en ocasiones ha actuado parcial y favorable a los intereses de la Cuarta Transformación, en general sostuvo lo siguiente:
“¿Cómo voy yo a quedarme callado? Eso para mi es un atentado a la democracia, así de claro, es juego sucio, es antidemocrático”, reclamó en conferencia de prensa.
“Ya deciden quién es candidato y quién no”, acusó.
“Yo siempre voy a defender la democracia, siempre, y no voy a aceptar de que, de arriba, por intereses populares, por intereses de mafias, por los intereses de la maleantada, de los malandros de cuello blanco, se pisotee la democracia”, arremetió.
Sí por supuesto, siempre defender la democracia cuando se trate de su partido porque si no nadie olvida que manda el diablo a las instituciones, como en el 2006 que no fue favorecido por el voto popular y enardeció bloqueando paseo de la Reforma y tantas fechorías más, no olvidamos señor presidente.