POR: DON MAQUI

Hay políticos que gobiernan con discursos y promesas al viento y hay otros que entienden que el verdadero legado se construye con hechos, concreto y una visión de largo plazo, David de la Peña, Alcalde reelecto de Santiago, pertenece a esta última categoría.

En tiempos donde muchos alcaldes se limitan a administrar, De la Peña apuesta por transformar, su Plan de Obras 2025, con una inversión de 200 millones de pesos, no es solo un catálogo de proyectos, es la prueba tangible de que Santiago avanza con una estrategia integral, donde cada peso del Impuesto Predial regresa en forma de bienestar para sus ciudadanos.

Porque gobernar no es solo inaugurar calles o cortar listones, sino diseñar un municipio funcional, con drenajes eficientes, vialidades modernas y servicios públicos a la altura de un Pueblo Mágico, son 50 obras las que marcarán el primer paso de este segundo mandato, una cifra que deja claro que De la Peña no vino a administrar la inercia, sino a consolidar su nombre en la historia de los grandes Alcaldes de Santiago.

Lo interesante aquí no es solo el monto millonario, sino la visión detrás de la inversión, cada peso tiene un destino claro, obras que impactan directamente en la calidad de vida de los ciudadanos, sin improvisaciones ni despilfarros, es el reflejo de un gobierno que entiende que los recursos no son del Alcalde ni del partido, sino del pueblo que confió en él para dirigirlos con inteligencia.

En un PRI que ha tenido más sombras que luces en los últimos años, David De La Peña se ha convertido en una grata revelación, no con estridencias ni golpes mediáticos, sino con trabajo, resultados y una administración que deja huella y si el primer año de su segundo mandato ya se perfila con esta fuerza, no es descabellado pensar que el destino lo tiene reservado para desafíos aún mayores.

Santiago no solo está en buenas manos, sino en las de un Alcalde que entiende que la historia se escribe con obras, no con discursos.