POR: DON MAQUI

Que las urnas del próximo domingo en Durango y Veracruz no solo definirán gobiernos municipales, sino que ofrecerán un anticipo de la batalla mayor que se avecina en 2027, cuando se renueven gubernaturas clave y la Cámara de Diputados federal. Lo que hoy parece una elección local, mañana será citado como el preludio de una reconfiguración nacional.

En Durango capital, el PAN-PRI logra articular una fórmula competitiva con Toño Ochoa, que lidera prácticamente todas las encuestas frente a un Morena que carga con el desgaste de sus viejos aliados y un candidato sin arrastre fresco. De consolidarse ese triunfo, se reafirmaría la viabilidad de las alianzas opositoras cuando el pragmatismo vence al egoísmo electoral.

En contraste, Veracruz parece tierra fértil para la continuidad de la 4T, donde Morena y sus aliados dominan con claridad en los estudios demoscópicos. La capital porteña, símbolo del voto popular con memoria larga, le abre paso a Rosa María Hernández, dejando al PAN y al PRI relegados, y a un Movimiento Ciudadano reducido a susurro en tierra de gritos electorales.

Ese es el punto crítico: MC vuelve a ver el partido desde la banca, mostrando que, sin candidatos disruptivos o estructura consolidada, el “ni contigo ni sin ti” es solo un eslogan vacío. Si no redefine su narrativa pronto, llegará al 2027 sin voz ni voto.

Estas elecciones ofrecen una radiografía del país en dos tiempos: en el norte, aún hay espacio para resistir el avance de Morena con coaliciones bien armadas; en el sur, la ola guinda sigue viva y avanza sin freno. Si en estas plazas se confirman los resultados esperados, habrá quienes ajusten sus cálculos de cara a la próxima sucesión presidencial y la disputa por los congresos estatales y federal.

Porque, más allá del 2025 judicial, el 2027 será de territorios y legislaturas, de estructuras y alianzas. Y lo que pase este domingo será citado en cada mesa de guerra política. Veracruz y Durango no eligen solo alcaldes: están marcando las coordenadas de la próxima batalla nacional.

Y eso, en el ajedrez del poder, vale más que mil discursos.