Por: Azael Mancillas
Hoy estamos viviendo un proceso histórico en la vida política de México, que adolece y subestima la capacidad neuronal, de lógica así como de discernimiento de la ciudadanía en la nación.
Frente a un 2021 en el que se efectuará la elección más grande de la historia del país con la renovación de 21,000 mil cargos de elección popular, 500 Diputados Federales, 15 gubernaturas, 1,063 Diputados a Congresos Locales y 1,926 Ayuntamientos en 30 Estados, estaremos también viviendo una histórica falta de respeto a la representación legítima ciudadana ante las propuestas de elección popular. Si bien es cierto que todo mexicano tiene derecho a “votar y ser votado”, también tiene derecho a ser representado dignamente por una voz de igualdad, si no por una voz con preparación y causa legítima de compromiso con el ciudadano.
Hoy la boleta electoral parece más la cartelera al palenque que a la búsqueda de la construcción de una mejora en los poderes Ejecutivo y Legislativo, la necesidad extrema de los partidos hegemónicos por mantener su registro además de conservar sus prerrogativas y buscar su supervivencia, con miras a la invitación a captar la atención de los más de 95 millones de electores llamados a votar mientras caminamos en medio de una pandemia con el proceso más grande y complejo de la historia, pareciera que los institutos políticos no valoran la capacidad de análisis de los electores en cada entidad subiendo a la contienda a personajes de la farándula o el espectáculo sin la más mínima idea de los procesos legislativos o la administración pública.
Como histórico sabemos que la ANDA siempre posicionaba bajo el Revolucionario Institucional su cuota, Acción Nacional siempre da espacio a un medallista Olímpico y la Revolución Democrática a artistas para generar coto de votación, pero en el mañana veremos (si es que los vemos) tocando puertas casa por casa para pedir su aprobación en la boleta sin pensar que en la era de la tecnología cada votante podrá ver el historial de quien tocará a su hogar y mesurara el valor que esa persona le pueda dar a un grupo legislativo.
Ya las militancias de los partidos no pelean solo con los juniors de la política (hijos de políticos de antaño que se perpetúan a través de ellos) ahora con la raquítica estrategia electoral de los presidentes de los partidos que ansían sobrevivir al reto más grande de la historia política de la República “la elección del 2021”.
Al elector sólo me queda decirle: “Aunque Paquita sea del Barrio”, habemos raza de barrio que luchamos por prepararnos para “rifar barrio”, la neurona electoral debe ser antes que la hormona electoral.
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