POR: DON MAQUI

Que este domingo las urnas no solo recibirán votos, sino que también guardarán silencios. Y entre los más estruendosos está la ausencia calculada de dos hombres que tejieron, moldearon y sacudieron la política mexicana de las últimas décadas: Andrés Manuel López Obrador y Dante Delgado Rannauro. Dos nombres que por años no necesitaron boletas para imponer agenda… y que hoy, curiosamente, no aparecen ni en la narrativa oficial.

Que AMLO, el presidente más poderoso del México moderno, se retiró con tambores de gloria, pero dejó en marcha un proyecto que hoy enfrenta su primera gran prueba sin él en el templete. La elección judicial, esa que prometió democratizar el Poder Judicial, será un parteaguas histórico… pero con un detalle inquietante: el gran impulsor del cambio no ha dicho “esta boca es mía”. Ni arengas, ni giras, ni mañaneras especiales. Silencio total. ¿Será estrategia para proteger el legado si la participación es baja? ¿O simplemente se cansó de cargar con todo?

Y luego está el otro ausente, más discreto pero igual de influyente: Dante Delgado, el arquitecto de Movimiento Ciudadano, el que definió candidaturas y destinos durante dos décadas, fue borrado del radar en pleno año electoral. Su enfermedad fue confirmada por el partido, pero el vacío político que dejó nadie lo ha podido llenar. En un proceso donde MC se volvió espectador de la contienda más grande del país, su silencio huele más a retiro que a recuperación.

Ambos fueron artífices, desde trincheras opuestas, de este experimento judicial. López Obrador lo impulsó desde Palacio con su cruzada contra “los jueces corruptos”, y Dante lo permitió desde el Congreso al no cerrar filas con la oposición cuando aún tenía poder para frenar. Por acción o por omisión, los dos están en el ADN de esta elección. Por eso su ausencia no es menor, es monumental.

Pero ojo: que no estén a la vista no significa que no estén jugando. En política, el silencio también emite señales, y el verdadero termómetro será si sus huellas aparecen en las urnas. Porque, aunque se digan retirados o convalecientes, el poder no se abandona, solo se repliega.

Ya veremos si el domingo se vota por candidatos… o por fantasmas que aún dictan destino desde las sombras.