Vacunas contra la influenza, medicamentos oncológicos, equipos para hemodiálisis sustraídos en distintos lugares del país, sin pasar por alto los robos hormigas que ocurren dentro del Seguro Social y algunos nosocomios públicos.
No hay ninguna duda en que lo hurtado no se compara con el huachicol de combustible, pero no deja de ser un quebranto a las finanzas del país y, lo que es peor, a la moral de esta nación.
El principal problema es que el hurto en el sector salud es un daño que está aumentando a pasos agigantados, cada vez se convierte en una rotura tanto para el ya de por sí mermado presupuesto del sector salud, como para las opciones de cura para miles de mexicanos.
El auge de esto comienza en la administración de la 4T, y a partir de sus directrices analizadas desde Hacienda, que se está generando el surgimiento de un mercado negro de medicamentos a grandes rasgos.
La producción nacional ha sido puesta a la deriva o detenida en su totalidad por las malas decisiones de la administración morenista. Y quienes más lo padecen, son los enfermos y también los miembros del personal médico. No hay que olvidar que México ocupa el deshonroso primer lugar de muertos en persona médico a nivel mundial en esta pandemia del Covid-19.
Los cambios pautados por la administración federal en la compra de medicamentos y equipo médico, así como la administración, transporte y almacenamiento han generado un embudo, desabasto, escasez. Y, cuando por fin hubo oferta de los mismos, los sustrajeron del depósito en donde se almacenaban, para que aparecieran días posteriores abandonados en bolsas de basura. Casi 38 mil medicinas oncológicos, después de un desabasto de meses…