El dengue es una enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti, caracterizada por fiebre alta, dolor muscular, dolor de cabeza, náuseas y erupciones cutáneas.

 

Aunque en la mayoría de los casos la enfermedad es leve, puede agravarse, provocando complicaciones delicadas como hemorragias internas que ponen en riesgo la vida del paciente.

 

Es fundamental evitar la automedicación y acudir al médico, quien recomendará un tratamiento basado en el alivio de los síntomas, ya que no existen antivirales específicos. Medicamentos como el ibuprofeno y la aspirina están prohibidos, pues aumentan el riesgo de sangrado.

 

El paracetamol es la opción más segura para reducir la fiebre y los dolores musculares, siempre siguiendo las dosis recomendadas.

 

Entre las recomendaciones principales para enfrentar el dengue se incluye una adecuada hidratación, con un consumo diario de 1.5 a 3 litros de agua, evitando bebidas alcohólicas.

 

El reposo es clave debido al cansancio extremo que produce la enfermedad, y es importante vigilar posibles signos de alerta como sangrados, dolor abdominal o vómitos persistentes.

 

Además, el uso de repelentes y el control de mosquitos son esenciales para evitar la propagación del virus a otras personas.