POR:DON MAQUI
Llegó el frío, y con él, el desfile anual de funcionarios cargando cobijas, posando para la foto y repitiendo el mismo guion de todos los años, es ese momento del calendario político en el que los alcaldes, diputados y hasta el mismísimo gobernador se convierten en una especie de Santa Claus improvisado, repartiendo “ayudas” que no calientan más que su imagen pública en las redes sociales, pero detrás de cada cobija entregada, detrás de cada selfie oportunista, el invierno desnuda las miserias que los políticos se empeñan en tapar con un discurso vacío.
En las colonias más olvidadas, donde las calles son de tierra y las casas de cartón, la temporada invernal no solo trae frío; también exhibe la pobreza extrema, la falta de servicios y el olvido institucional, mientras tanto, los políticos desfilan por estas zonas con caravanas bien planeadas, cargadas de despensas y cobijas que no resolverán ni una fracción de los problemas estructurales que enfrenta esta gente.
Porque, seamos claros, no es una cobija lo que necesitan, es un sistema que funcione, es empleo digno, acceso a la salud, educación y servicios básicos.
¿Y qué hacen nuestras autoridades?
En lugar de enfrentar la raíz del problema, se limitan a perpetuar el clientelismo, prefieren regalar cobijas y tomarse fotos que implementar políticas públicas reales que erradiquen la pobreza, anteponen que el pueblo los vea como benefactores temporales que como verdaderos servidores públicos responsables de construir soluciones a largo plazo, así, con cada selfie, refuerzan la dependencia y el conformismo, como si el simple hecho de recibir una cobija fuera suficiente para agradecerles eternamente.
Es el círculo vicioso del abandono, durante el invierno son Santa Claus; el resto del año, simples figuras decorativas, ¿Qué pasa cuando se acaban las cobijas y las cámaras se apagan?, todo vuelve a la misma rutina de desdén y olvido, las familias que hoy aparecen en sus fotos seguirán viviendo en las mismas condiciones indignas mañana y el próximo invierno serán usadas de nuevo como accesorios en la estrategia política de turno.
La gran pregunta es, ¿cuándo tendremos gobernantes que tomen en serio su papel? ¿Cuándo dejarán de usar la miseria como un telón para su show mediático y se atreverán a impulsar políticas públicas que rompan con el ciclo de la pobreza?, porque el verdadero cambio no se logra con una cobija y una sonrisa forzada; se logra con decisiones valientes, con reformas estructurales y con un compromiso genuino con la gente.
Mientras eso no ocurra, el frío seguirá haciendo lo que nuestros políticos no hacen, evidenciar la miseria, el abandono y la indiferencia de un sistema que solo se acuerda de los pobres cuando toca posar para la foto y así seguiremos, congelados en el tiempo, esperando el cambio que nunca llega.