En una época que el ser amigo de alguien te lleva a un cargo de 65 mil pesos con gran facilidad y más aún en la época de la modernización de la Comunicación y el marketing Político es imposible pensar que un personaje no tenga la preparación adecuada para enfrentar los retos de su cargo.

Es evidente que Víctor Pérez y Martín López, sus padrinos, tienen injerencia directa en el nombramiento e incluso podrán sostener su posición en Congreso, si quisieran.

Sin embargo, es notorio que su falta de capacidad se ha reflejado en la de por sí devaluada figura del Diputado, ya que basta ver y analizar un poco la calificación que tiene el Congreso ante los sondeos de opinión para darse cuenta de que algo no anda del todo bien.
Una legislatura que comunica mal sus acciones o de plano que no las comunica está condenada al fracaso mediático e inmediato.

Tener “correa” partidista tiene precio y normalmente se paga en perjuicio de la institución como el caso concreto del Director de Comunicación del Congreso de Nuevo León que se debe a sus padrinos políticos y que eso ha impactado directamente en las acciones de comunicación que mantiene la Institución que es clasificada como el epicentro de la política local.

El Director de Comunicación Social del Poder Legislativo debería tener un poco de dignidad y renunciar a su cargo, dejando la tarea a alguien que si pueda con el paquete que implica esa dirección.

No se trata de compadrazgos ni cuotas partidistas, se trata de representar la institución dignamente.
Recuerden que Ni cuotas, Ni cuates… Aquí también aplica.