Hace unos días una persona me preguntaba a través de redes sociales ¿por qué las pensiones en México eran tan bajas? ¿Por qué si durante mucho tiempo fuimos “ricos en petróleo” no ocurre como en otros países, también ricos en petróleo, que los trabajadores tienen pensiones más altas financiadas con el dinero obtenido por décadas con la venta del hidrocarburo?
Tras intercambiar varios mensajes la mujer me contó que estaba por pensionarse el próximo año y que cuando acudió al departamento de recursos humanos de la empresa donde trabaja se aterró al enterarse de la cantidad que le iba a tocar. “¡No me va alcanzar para nada!” se quejaba.
Comprendí entonces que ese fue el motivo por el que dio con la información que utilizaba al cuestionarme.
Particularmente se refería al caso de Noruega, país que posee un fondo soberano que se ha ido alimentando por décadas con lo que esa nación ingresó por la venta del petróleo y que se usa para financiar, entre otras cosas, las pensiones de sus ciudadanos.
¿Por qué nosotros NO hicimos algo semejante? La respuesta es: porque los gobiernos en turno durante décadas tomaron ese dinero que se ganaba con la renta petrolera para financiar el presupuesto del país.
Durante décadas los gobiernos gastaron más de lo que cobraron en impuestos y lo que faltaba salió de la renta petrolera. Ni se ajustaron el cinturón para gastar sólo lo que cobraban de impuestos ni mucho menos fueron más eficientes a la hora de cobrarlos.
Todavía peor, en algunas épocas incluso condonaron impuestos a diestra y siniestra a personajes, empresarios y amigos cercanos a los gobiernos en turno.
Pero volviendo a las pensiones, como no podía ser de otra forma esa irresponsabilidad financiera, por decir lo menos, de quienes nos gobernaron ocasionó que también colapsara el sistema de pensiones solidario que todavía en los ochenta imperaba.
Ese sistema estaba bajo la responsabilidad del IMSS. Se trataba de un esquema en el que las aportaciones de los trabajadores activos costeaban parte importante de la pensión de los trabajadores retirados.
Pero sin un Fondo Soberano como el de Noruega que le diera estabilidad a ese sistema este estaba destinado a colapsar. La crisis del 95 fue el evento que finalmente dio pie a una reforma en el sistema de pensiones y se crearon las AFORES.
El discurso oficial dijo que la combinación del incremento en la esperanza de vida con la disminución de la tasa de natalidad, ocasionó que la proporción de los trabajadores activos con respecto a los retirados disminuyera notablemente y que eso haría imposible cubrir el pago de las pensiones futuras.
Nada se dijo de la incapacidad de los gobiernos anteriores, de cómo se dilapidó lo que se ganó con la renta petrolera, de la ya existente burocracia dorada o de la corrupción que desde entonces imperaba.
Como en muchas otras ocasiones a través de nuestra historia los ciudadanos tuvimos que pagar por la incapacidad de nuestros gobernantes.
La ironía es que, con el tiempo, producto también de la incapacidad de los gobiernos anteriores, Pemex dejó de representar ingresos y nos empezaron a cobrar más impuestos.
Pero lo que es peor es que las AFORES, el sistema de pensiones que esos políticos de otra época se inventaron para salvar las pensiones dio pírricos resultados.
A tal grado que ahora mismo se propone una reforma a ese sistema de pensiones para enmendar la plana.
El sistema de pensiones en México no asegura una pensión digna para quienes hicieron su vida en la formalidad. Pero el escenario es peor para quizás una mayoría de mexicanos que se desempeñaron económicamente a lo largo de su vida en la informalidad.
La pensión universal, el tan criticado 68 y más, se convierte en un revulsivo para quienes al llegar a la tercera edad se enfrentan a la difícil realidad de una pensión que apenas les alcanza para sobrevivir.
Pero puede llegar a serlo todo para otros que tras haber vivido en la informalidad encuentran en ese programa social el único apoyo para intentar vivir con dignidad.