Por: Don Maqui

La clase política de México, un día sí y otro también, sorprende a toda la gente con su incongruente discurso y doble moral, pero, sobre todo, por la serie de estupideces que les da por cometer en el ejercicio del poder y hace que los gobernantes se vuelvan sordos, ciegos y mudos ante las evidencias de que algo están haciendo mal.

Ayer se dio a conocer la noticia de que uno de los más feroces críticos del manejo de la pandemia por parte del gobierno federal, que ha sostenido una y 1000 veces que en Jalisco son responsables de sus actos y por tanto a decretado toques de queda, cierre de espacios, cierre de comercios, suspensión de actividades y un sinfín de acciones que parecía atacaban de raíz el coronavirus, Enrique Alfaro, aprobó que el clásico del fútbol, Chivas contra América, se jugará con las puertas abiertas al público en el Estadio Akron.

Alfaro ha perdido la brújula y parece que la batalla mediática también, con la insensatez de aprobar que haya público en un juego de liguilla, deja claro que los intereses comerciales están por encima del ciudadano ordinario y corrobora que no sólo en Jalisco, sino en todo México, el poder económico es más importante que cualquier otro.

Abrir las puertas del estadio representa abrir la puerta al infierno, es permitir que se corran los riesgos más altos de contagio en todo lo que va de la pandemia. En ese estado, bajo esa óptica, es increíble e inconcebible que nadie ponga un alto a esa barbarie que se cometerá en el estadio y todo por un partido de futbol.

No vemos, por ejemplo, a ningún dirigente del partido lanzarse a criticar la acción de Alfaro, como sí lo hicieron ferozmente, tanto Movimiento Ciudadano como Acción Nacional, cuando la locura de Claudia Sheinbaum la llevó a no cancelar el evento “Vive Latino”.

No es posible tanta arrogancia, tanta soberbia y tanta autonomía mal utilizada en aquel Estado, esos aliancistas federales deberían hablar con su compañero y expresarle que lo que está haciendo es incitar a un suicidio colectivo.