Luego de que fracasara al frente de Morena Nuevo León, la ex líder estatal, Bertha Puga ha venido impulsando con diferentes cuadros del partido una serie de acusaciones en contra de la actual dirigencia.
Fiel a su estilo traicionero, Puga se ha concentrado en desprestigiar el liderazgo de Viridiana Lorelei Hernández y algunos otros cuadros del partido que llegaron a la institución con la intención de traer mejoras y así lo han hecho.
Por un lado, Bertha junto con el joven Daniel Esqueda se apersonaron en el Congreso del Estado disque exigiendo que se transparenten las nominas y puestos que maneja Morena Nuevo León. Lo interesante de esto es ¿por qué hasta ahora? ¿Acaso con Puga la transparencia era dogma?
Solo debemos recordar las infinidades de veces que se le preguntó a la ex líder estatal por las posiciones dentro del partido, los sueldos que estas tienen y el cómo se reparte el recurso público que año tras año les dan; la respuesta fue omisa, como toda su gestión, no tenía rumbo ni palabra.
Siempre se aplaudirá que cualquier institución se maneje con transparencia, pero es imperdonable que estos seudo lideres que quieren claridad en el manejo solo surjan cuando el hueso se les ha ido o cuando únicamente quieren desprestigiar un liderazgo o corriente no afín a ellos.