Los países ricos ya pueden ir pensando en sacarse de la mente al virus, pues comprarán por adelantado más de 3 mil millones de dosis de vacunas para el COVID-19, sin embargo, eso podría provocar escasez en los países más pobres que no cuentan con recursos para obtenerla.

Europa y Estados Unidos, los más afectados, han reservado suficientes dosis como para inocular a sus poblaciones enteras, asegurando las inyecciones incluso antes de que sean fabricadas. Mientras tanto, en China han destinado sus vacunas principalmente para sus 1.4 mil millones de habitantes, salvo por algunos miles de Emiratos Árabes Unidos y en Bahréin.

No obstante, nace una luz para la población mundial, sobre todo la más vulnerable con las vacunas producidas por AstraZeneca PLC y la Universidad de Oxford, ya que anunciaron que su vacuna parece tener una efectividad de hasta 90% y se prevé que su precio es de unos cuantos dólares por dosis, puede ser transportada y almacenada durante seis meses en refrigeradores comunes y corrientes, lo que la convierte en la más adecuada para países que carecen de una red sofisticada de congeladores ultrafríos.

Lo que está verdaderamente en juego es si los países que se encuentran en desarrollo se convierten en reserva de una enfermedad que se transmite hasta con la más mínima partícula y que podría seguir cobrando vidas debido al comercio y los viajes globales; en muchos de estos países, los confinamientos y otras restricciones han revertido récords de progreso en cuidado de la salud, educación y reducción de la pobreza. Las demoras para obtener la vacuna ostenta un futuro mucho peor.

Por ello, funcionarios de la OMS han señalado que, en vista de los retos de vacunar a toda la población mundial, el nuevo virus podría no desaparecer nunca, y que en lugar de eso se volverá endémico para el humano.

De momento, no está claro si las vacunas actuales en países con mejor margen de posibilidad, serán igual de efectivas en las partes más pobre del mundo, pues hay evidentes diferencias de nutrición y el predominio de otros padecimientos de salud, lo que podría hacer a las vacunas menos eficaces en los países más pobres.