POR: DON MAQUI

Las políticas del gobierno federal podrán gustarnos o no, sobre todo a la oposición, pero una cosa es segura, un gran porcentaje de la gente (casi el 62%) aprueba la gestión de Andrés Manuel. Contra ese dato no hay mucho que debatir ya que estamos ante un fenómeno extraño en nuestro país, pues de los últimos tres presidentes que hemos tenido, ninguno pasaba el 57% de aprobación.

La recién creada alianza federalista, ha argumentado que el gobierno federal no hace su chamba, no sólo en el tema fiscal, si no en diferentes rubros que atañen a la sociedad de manera directa, sin embargo, se destaca que varios integrantes de esa agrupación no tienen, ni por asomo, la misma aprobación del presidente en los estados que ellos mismos gobiernan y pondremos algunos ejemplos.

En Chihuahua, gobernado por Acción Nacional, su mandatario tiene una aprobación del 37.6% mientras Andrés Manuel López Obrador tiene el 59%.

En Michoacán, que gobierna el PRD, el mandatario tiene un 37% de aceptación y Andrés Manuel un 61%

En San Luis Potosí, que es priísta, su gobernador tiene un 40% y el mandatario federal un 59.7% de aprobación.

En Colima, el gobernador de esa entidad tiene un 31% mientras que el gobernar del presidente López Obrador tiene un 54%.

No cabe duda que los programas sociales que ha implementado el Gobierno Federal, los cuales por primera vez en la historia dejan de tener intermediarios (como lideresas) y sobretodo corrupción en su entrega, están formando bastante ánimo en la gente de que el presidente es un buen gobernante y, por tanto, los discursos que se digan contra él parece que no le dan en el punto que les importa: bajarle la popularidad a Andrés Manuel.

Pero, más aún, los gobernadores con esas calificaciones que les da su propia gente difícilmente tienen calidad moral para cuestionar al presidente, aquí en la gente en la medición le da una calificación mejor que a su propia manera de gobernar.

Así las cosas en el país, en donde algunos quieren hacer suponer que todo está mal y, por supuesto, el gobierno federal quiere hacer suponer que todo está bien. Ningún extremo es correcto, pero los números no mienten y las mediciones tampoco.

Ahí dejamos los datos y usted juzgue cómo es conveniente a unos y a otros.