POR: Waldo Fernández González

A tres años del inicio del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador podemos decir que el presidente ha sido exitoso en sentar las bases de su transformación con amplio respaldo popular.

El presidente López Obrador y su proyecto de país llegan a la mitad del sexenio con más de la mitad de aprobación de las y los mexicanos. De acuerdo a la última encuesta mensual sobre aprobación presidencial de la empresa Mitosfky López Obrador cuenta con el 65 por ciento de aprobación, colocándolo como el mejor evaluado desde Carlos Salinas de Gortari.

En Nuevo León, por ejemplo, ese estado en el que algunas élites y medios locales presumen repudio a la Cuarta Transformación y la incompatibilidad de esta con el Estado, la aprobación del presidente creció este último mes y se coloca en 52.8 por ciento.

En 2018, los mexicanos apostaron por una transformación profunda del sistema político,
económico y social. A pesar de las resistencias, la Cuarta Transformación ha trabajado incansablemente para reducir las desigualdades en México, combatir la corrupción, fortalecer la democracia participativa y sentar las bases de un Estado de Bienestar. No ha sido fácil, pero ya se vislumbran frutos de un México distinto.

El gobierno ha impulsado y masificado los programas sociales, particularmente en apoyo a los adultos mayores y los jóvenes en situación de vulnerabilidad. Esto, además de brindar herramientas y recursos necesarios para los millones de mexicanos en situación de pobreza, demostró ser una buena política en el contexto de la pandemia. Pese a vivir la peor crisis económica, no hubo saqueos por hambre, ni asaltos a comercios, ni
manifestaciones violentas que pusieran en entredicho la gobernabilidad del país.

También se propuso, en medio de la pandemia, rescatar un sistema de salud abandonado y en ruinas por la política neoliberal. Se contrataron más de 70 mil médicos en el país y se remarcó que ningún enfermo, sin importar si contaba con seguridad social o seguro médico, se quedara sin una cama. En medio de la crisis, la vacuna llegó a todos los pueblos de México, de manera gratuita.

Contra todo pronóstico, no hubo un desastre económico ante la llegada de López Obrador
al poder, no se contrató deuda y el peso se mantuvo.

Lo que sí hubo, fue un incremento en el salario mínimo en 44 por ciento en términos reales y un registro histórico de trabajadores inscritos en el Seguro Social, ante la prohibición de las malas prácticas del outsourcing.

En cuanto a la democracia participativa, después de años de ser un clamor popular, el Presidente López Obrador impulsó la revocación de mandato para el Presidente de la República. Lejos de ser un capricho, es un mandato que nació del activismo y la indignación social que fortalece a la democracia.

El Presidente también llega a la mitad de su gobierno con una política exterior congruente y de liderazgo.

Ya sea en la ONU o en la Cumbre de Líderes de América del Norte, México ha marcado agenda y ha puesto en la mesa temas incómodos pero urgentes; el daño de la corrupción en todas las esferas pública y privadas, la injusta repartición de las vacunas contra el COVID-19, la necesidad de resolver la migración desde sus causas y la desigualdad como consecuencia del modelo neoliberal.

Así, el México de la Cuarta Transformación incomoda a muchos que creían tener sus privilegios comprados y al país dominado. Cambiar duele, pero es necesaria en un país con más de 50 millones de pobres y una desigualdad rampante, consolidada con base en privilegios heredados y corrupción. Así que sin prisa pero sin pausa, camina la Cuarta Transformación.